Coincidiendo con el final del Zinemaldia, comenzaron este pasado fin de semana a aflorar comunicados de ETA, supuestos o no. Aparentemente, podría parecer un homenaja explícito a la versión original con subtítulos, pero lo más probable es que nos encontremos ante una involuntaria comedia de puertas, tipo aquella ‘Two Much’ de Trueba, en la que Banderas se hacía pasar simultáneamente por Art y Bart.

Por otro lado, el extraño incidente del comunicado primero atribuido a ETA y luego a la izquierda abertzale, seguido de un segundo texto no desmentido confirma que a día hoy no hay nadie en el mundo capaz de distinguir a una de la otra, incluidos los servicios de inteligencia -valga la expresión-, y la propia izquierda abertzale.

Y la cosa debe ser grave, teniendo en cuenta que hasta en los más enconados procesos de divorcio llega un punto en el que uno de los cónyuges acaba admitiendo que “esto no puede ser suyo, esto tiene que ser cosa de su abogado, que le envenena”.

Probablemente nos encontramos en una fase de agudización de esa esquizofrenia, que hasta ahora se había mantenido dentro de unos límites -tipo poner una bomba para a continuación avisar equivocadamente del lugar en el que se había colocado-.

Y lo que aún tendremos que ver. Habrá que estar preparados para todo. Es más: si en algún medio de comunicación se recibe un vídeo en el que tres encapuchados anuncia su intención de dar la sangre, mucha prudencia en las reacciones: es posible que sea una cofradia de ‘picados’ de Semana Santa.