El poeta donostiarra Karmelo C. Iribarren publica un nuevo libro, ‘Atravesando la noche’, primorosamente editado -gran portada- por el sello catalán Huacanamo. No es que Iribarren se haya vuelto más prolífico con los años, al contrario. Lo que pasa es que son muchos los que le reclaman material para publicarlo. Normal. En un mundo de artistas multidisciplinares, Karmelo permanece fiel a sí mismo, mientras frota una y otra vez sus versos contra la piedra de afilar cuchillos. Leyéndolos, uno no puede evitar que le venga a la mente aquello que Isaak Babel escribió a propósito de Maupassant en torno a que “no hay hierro que pueda penetrar de forma tan efectiva en el corazón humano como un punto colocado en su sitio”. Para demostrarlo, aquí va un par de poemas:
LOS DÍAS NORMALES
Llegan
y se van sin hacer ruido
-como buenos
clientes-,
luego el tiempo
los confunde en la memoria,
y ya ni sabes
si aquel lunes era jueves
o al revés.
Que no te engañen,
no son tan poca cosa
como parecen:
suelen poder
con el amor.
LOS HOMBRES PRÁCTICOS
Dan su medida exacta
en los parkings de las grandes superficies,
sobre todo los sábados.
Son esos
que hacen una compra enorme,
para toda la semana,
y llenan el depósito a tope,
y se incorporan luego a la autopista
tan tranquilos, silbando…
El dilema sobre si sus vidas
carecen de sentido o no,
no parece preocuparles demasiado;
es más, viendo cómo te miran al pasar,
se diría incluso que prefieren dejarlo
para esos tipos tristes y solitarios como tú.
Y aquí va otro, ¡qué demonios!, que mañana es fiesta:
LUCES EN LA MADRUGADA
Se acaba de encender
una ventana
en el edificio de enfrente.
Ha sido como un breve fogonazo,
como un pequeño flash.
Un niño de meses
-piensas-,
o la próstata de un viejo,
o algún insomne aburrido como tú,
o alguien que llega demasiado alegre…
Por último
se abre paso
la llamada de teléfono, esa
que parte siempre la madrugada
en dos,
y a veces la vida también.