Pisando los talones a los Reyes Magos, llega mañana a Donostia el nuevo obispo, José Ignacio Munilla, aunque parece ser que éste se quedará un poco más. Un despliegue de sotanas acompañará al ex párroco de Zumarraga en tan honroso trance. Y también, una nutrida representación de los gays, lesbi.anas y feministas guipuzcoan@s, agrupados bajo la coordinadora TransMarikaBolloFeminista.
El motivo de la convocatoria radica en que consideran que Munilla es, entre otras cosas, un “heterofascista” -a diferencia de su predecesor, pansexualista convencido-, lo cual demuestra lo devaluados que están tanto el término “fascista” como, sobre todo, el de “hetero”.
Pero si los manifestantes esperan que tal demostración de rechazo menoscabe de alguna forma la moral del nuevo obispo, hay que decir que la llevan clara. De hecho, cualquier sagrada escritura está plagada de duras pruebas, sorteadas siempre mediante la oración, y de las cuales se termina siempre por salir fortalecido. Bajo este prisma, los manifestantes se arriesgan a enfrentarse a un Munilla dispuesto a sanarlos a abrazo limpio.
Se dirá que el nuevo obispo es un cruzado. Es posible, pero ¿hay algo más apropiado para tiempos en los que triunfan las pulseras mágicas? Con Munilla se acabarán las dudas. Probablemente, él se tomará tanta protesta como una prueba de fe. Los feligreses guipuzcoanos harían bien en tomarse su desembarco de igual forma.