No sabemos cuál de las cinco llamadas al rezo que el muecín realiza a diario es la fundamental, pero todos los nutricionistas coinciden en señalar que el desayuno es la comida más importante del día, aunque probablemente Bill Clinton tenga algunas dudas.
El caso es que en los años en los que duró esa conjunción planetaria que vinculó para siempre a José María Aznar con George W. Bush, no hubo noticia de que rezaran al alimón, quizás debido a que las relaciones de dominación son excluyentes y no dejan lugar para otras disciplinas, quizás a que uno era un ateo y el otro un nihilista.
Para dentro de unas horas está previsto que ZP acuda a un desayuno de oración con Obama. La vida imparte despiadadamente su magisterio: por un lado, quien no se quiso levantar ante la bandera acabará arrodillado ante ella; por el otro, se constata una vez más que el presidente español no profesa el laicismo, sino el pragmatismo. En su forma más extrema, además.
Zapatero acude a la liturgia con esa prestancia y disponibilidad que consagró a José Luis López Vázquez como un gran actor. Hubiera aceptado de forma idéntica una invitación a cualquier otro acto, incluida la ejecución de uno de los reos del corredor de la muerte, incluso en el probable caso de que fuera hispano.
En esta misión, sólo lleva un objetivo en la mente: conseguir que Obama visite España. Para lograrlo, incluye en su séquito a algún director de periódico experto en bondage y sumisión. No digan que no resulta enternecedora la incapacidad de ZP para entender que las razones de este empeño son las mismas que llevan al presidente USA a rechazarlo con todas sus fuerzas: una pura cuestión de imagen.
El apestado incurrirá este mediodía además en el peor de los pecados, relacionado con no sé qué de los fríos y de los calientes, y de los tibios a los que el altísimo vomita de su boca. So help you god!