Aunque millones de personas en todo el mundo creen en la reencarnación, hay amplio consenso en enviar al manicomio a quienes proclaman ser la de Napoleón. Por otra parte, ninguna actividad laboral es tan laxa como la política a la hora de permitir que pase desapercibida toda clase de perturbación mental.
Jaime Mayor Oreja considera que ETA es el alfa y omega que lo explica todo, desde el Estatuto catalán hasta el Plan Hidrográfico Nacional. Con seguridad, está íntimamente convencido de que si Aznar no le nombró su sucesor fue tan sólo a causa del veto de ‘Josu Ternera’.
Ayer, con la mirada típica de la fase REM del sueño y en un tono que lo mismo le hubiera servido para revelar que su microondas obedece instrucciones del espacio exterior, nos contó que el Gobierno negocia con ETA -¿con cuál? habría que preguntar habida cuenta de que cada quince días cambia su cúpula- y que ésta ayudará a aquél a ganar las elecciones, un afán en el que cualquier hipotético esfuerzo terrorista palidecería ante la devastadora actividad de eurodiputado del PP.
El Gobierno estará encantado de encontrarse frente a otro rival débil al que cocinar lentamente, a la manera de un Díaz-Ferrán. En cuanto al PP, si rehúsa desautorizar a JMO es tan sólo en atención a los consejos médicos que recomiendan dar la razón a los locos y dejar que los sonámbulos se despierten solos.
Loco, pero no tonto. La prueba es que el eurodiputado ni siquiera ha amagado con romper su carné del partido, a pesar del acuerdo de gobierno que mantiene -nada menos que en el País Vasco- con los “aliados potenciales” de ETA.