Un principio no científico pero perfectamente acreditado dice que basta un granito de arena para atrasar el mecanismo de relojería más sofisticado. Qué decir entonces de las toneladas de roca y cenizas que vomita el volcán islandés de nombre irreproducible.
A las múltiples causas que te pueden mantener retenido en un aeropuerto de forma indefinida y que van desde las nevadas imprevistas hasta las diferentes formas de protesta tanto del personal de vuelo como del de tierra, se suma ahora la de los fenomenos volcánicos.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucede co nlas protestas laborales, el incidente islandés tiene una proyección internacional, con repercusiones en el espacio aéreo de todo el continente, algo que hasta el momento sólo estaba al alcance de Al Quaeda. A estas horas, más de 5.000 vuelos se han ido al pairo y el cierre de aeropuertos amenaza con unir Europa incluso más allá de los límites del euro.
Los expertos esgrimen siempre los resultados estadísticos para garantizar la seguridad del transporte en avión. Según esta doctrina, las posibilidades de un accidente aéreo son siempre inferiores a las de uno ferroviario o de carretera. Seguramente el truco radica en que mientras el tren o el autobús suelen salir a la hora, el despegue de un avión es siempre una cuestión relativa, independiente de lo que ponga en e el billete o los paneles.
Si nunca te has tirado varias horas de espera en un aeropuerto, sumido en el sopor que produce la sobredosis de aire acondicionado e inmerso en ensoñaciones marca Tupolev, es que no eres un hombre moderno. El duty free es la patria del bajo coste..
Dicen que no se descarta que la nube de ceniza arrojada por la erupción llegue a los cielos de España antes de desplomarse sobre nuestras cabezas. Si tal cosa sucede, habrá que ponerse panteísta y proclamar eso de “es la naturaleza, que se rebela contra los abusos del hombre”, en el caso español, plasmados en la inminente y restrictiva ley anti-tabaco, dicho sea desde el surrealismo, por supuesto.