Hay diversas formas de perder el tiempo escribiendo información, pero hacerlo en la sección local de San Sebastián se lleva la palma. Y es que veinte años de Administración Elorza han investido al alcalde de un aura de ministro plenipotenciario cuyo resultado es una asfixiante omnipresencia odonista en todo cuanto sucede.

Así, en el imaginario popular Odón es una especie de ‘deus ex machina’, responsable último de resolver cualquier acontecimiento, desde la multiplicación de los panes y los peces a la resurrección de los muertos. A la inmortal coletilla “¿así queremos ser capital cultural?” le crecen pintorescas variaciones sobre el mismo tema, del tipo “¿y no hay otras cosas en las que gastar el dinero?”

De la misma forma que la reducción de toldos obedece a las disposiciones de la Ley de Costas -esa gran desconocida- y sin embargo todos los usuarios dirigen su mirada al alcalde, los doce millones de la pasarela del Mompás los paga el Gobierno central en una ecuación simple: o hay pasarela o no hay doce millones.

Bien, éstos son los hechos, pero se revelan insuficientes para evitar peticiones de que se destine esa partida a otros menesteres, por ejemplo, asfaltar las calles, por más que sería complicado convencer al Ministerio de Medio Ambiente, Sección Costas, que sufragara esa operación.

Otra cuestión es si debe construirse o no la pasarela, al fin y al cabo, un camino a ninguna parte que una vez completado, nos coloca en la tesitura de elegir entre volver sobre nuestros pasos o lanzarnos al vacío, y dicho así parece una exacta reproducción a escala de la Europa de las bancarrotas.