Korta asegura que sabe “hasta lo que mean los remeros de Urdaibai”. Sin entrar en cuestiones espinosas relacionadas con la vida privada del entrenador de Kaiku, sí que cabe completar esta valiosa información con otro dato de interés: todos -al menos, cuantos se acercaron el domingo a la Parte Vieja donostiarra- sabemos lo que mean sus aficionados: un líquido que por su textura, olor y color se parece poderosamente al que expulsan los seguidores del resto de las traineras. Vale, es un dato mucho más modesto que el aportado por Korta, pero a diferencia del de éste, al menos está contrastado.
No se vea en estas líneas reproche alguno. Las razones que abocan a amplios sectores de la afición remera a miccionar al aire libre y contra la pared son complejas y de raíces muy profundas, cuya enmienda sólo cabe abordar desde una perspectiva integral y de clase. En todo caso, estamos ante actitudes muy alejadas de lo que viene siendo el mero afán exhibicionista.
Dicho lo cual, sí que sorprende un poco que tengamos un cutis tan fino en todo lo referente a los ‘rumanos’ -nombre génerico aplicado a todo extranjero sin recursos que no sea negro o magrebí- y la enorme laxitud que exhibimos ante los excesos del vasco de toda la vida. En este punto, cabe preguntarse qué hubiera pasado si el ‘paisaje después de una batalla’ en que se convirtió el viejo barrio koxkero hubiese sido obra de extranjeros sin recursos.
Volviendo al tema central, parece ser que el entrenador de Kaiku sospecha que algunos remeros rivales -quién sabe si su su tripulación al completo- han tomado algo más que refrescos de cola. Que se dopan, vamos. ¡Qué fuerte! Es una acusación muy grave. Estamos hablando de lo impensable y, sobre todo, de lo indecible: el recurso a sustancias prohibidas para mejorar el rendimiento, todo ello, en el ámbito del deporte profesional.
De confirmarse las sospechas del eterno merodeador de los ‘eusko-realities’ televisivos, estaríamos ante la prueba definitiva de la madurez de un deporte que, por sus raíces atávicas, ha sido a veces relegado injustamente y contemplado como un género menor dentro del ámbito del remo, apenas una derivada folclórica frente a otras variedades, tipo Oxford contra Cambridge.
Ahora, un hipotético positivo masivo dejaría en situación comprometida a instituciones, federaciones, organismos rectores y patrocinadores, sí, pero intacta la pasión de la afición, tal y como se ha visto repetidamente en el caso de otros deportes.
Por otro lado, consolidaría las regatas como un deporte de futuro, en punta con las nuevas tecnologías y en disposición de alimentar nuevas vocaciones remeras entre los niños vascos, deslumbrados a día de hoy por el correr de sustancias prohibidas en otras disciplinas deportivas, animándoles así a hacer cantera y forjarse en la dura tarea de ser los remeros del mañana.
No obstante, que quede todo lo dicho en suspenso hasta que hablen las analíticas de sangre y orina. Mientras tanto, sólo cabe aferrarse a la presunción de inocencia y proclamar a los cuatro vientos: Give Pis A Chance!