1) La 58 edición del Zinemaldia ha entrada en su recta final. Lo sé porque he visto ‘Aita’, de José María Orbe. Ya comenté ayer que se decía que carecía de línea argumental al uso. Lo cierto es carece de línea argumental a secas.
2) En rigor, más fotomatón que película, se trata de 85 minutos de interiores de la antigua casa familiar del director, sita en Astigarraga, bien podría servir como anuncio para una inmobiliaria si es que es intención de su propietario sacarla a la venta. Necesita ciertas reformas. Precio a convenir.
3) No es que la película sea aburrida en el estricto sentido de la palabra, como puede ser la japonesa proyectada ayer a competición, por poner un ejemplo. ‘Aita’ tiene un punto hipnótico que hace que tus constantes vitales desciendan más allá del umbral del coma. Invita a inaugurar un nuevo parámetro médico: pulsaciones en ejercicio, en reposo y viendo ‘Aita’.
4) Por razones que se me escapan, la película viene salpicada de ‘sketches’ humorísticos protagonizados por el guarda de la casa y el párroco del pueblo. También aparecen en la película un par de operarios y poco más. Sin embargo, en los créditos figura un director de casting, no me preguntes por qué, ni cuánto cobró.
5) En cualquier caso, nos encontramos ante un producto cultural de carácter marcadamente donostiarra, en el sentido de que ya tenemos otra obra de arte facturada por un hijo de familia con posibles y pintas de no haber podido superar aún su infancia feliz. Por alguna razón, sospecho que ‘Aita’ le hubiera encantado a Iván Zulueta.