En Gran Bretaña ya han comenzado a cerrar algunas webs en las que los desesperados de este mundo buscaban pareja para suicidarse. En Euskadi, el introductor de esta práctica ha sido Hamaikabat -en su fórmula química, H1!-.

Con un olfato político que dice mucho del futuro que le aguarda, el partido de Iñaki Galdos ha buscado primero, solicitado después e implorado finalmente, la compañía electoral del PNV, formación que puede que tenga dos o más almas, aunque ninguna de ellas especialmente autodestructiva. Las simpáticas cabriolas han cosechado un sonoro portazo.

Así, las cosas, H1! concurrirá a las elecciones del próximo año en solitario -o mejor aún, “de forma independiente” según su eufemismo favorito-. A estas alturas de la vida, todo es posible, pero a día de hoy se antoja más fácil imaginar a alguien comprando ‘La Farola’ para consultar la programación de los canales de pago de televisión que visualizar, en un prodigioso ejercicio de imaginación, al improbable votante de Hamaikabat.

Cualquiera en su tesitura hubiera caído ya en el desánimo, quizás en la desesperación. No es el caso de Galdos, ése simpático líder político que en todas las fotos aparece como si viniera de una comida, así se la hayan hecho a las nueve de la mañana. Con una pomposidad digna de la casta sacerdotal del antiguo Egipto, inauguraba el sábado en Donostia lo que no dudó en calificar como “sede nacional”, entendido el término “nacional” como superlativo de “planetario”.

Hasta el día en el que se celebren las próximas elecciones y pese a las incertidumbres que pueda despertar la hipotética existencia de algún votante de H1!, Hamaikabat -la escisión de una escisión- opera bajo la presunción de ser un partido político. Sólo se ganará el derecho a ser considerado una “banda” si al día siguiente, comienza la desbandada.