Celestino Corbacho abandona hoy el Ministerio de Trabajo y, siempre dentro del optimismo, pronto hará lo suyo Gerardo Díaz Ferrán respecto a la presidencia de los Empresarios.
Sus mandatos han estado marcados por la destrucción de empleo, lo que no quita para que ambos hayan dado muchísimo trabajo. Con sus respectivas marchas, desaparece una forma de no entender el mundo, una manera de no ver la realidad. Quizás no suponga la desaparición de una época, pero sí el fin de un período, en el sentido ginecológico del término, dada la sangría de puestos de trabajo que ha sufrido el país.
En el caso de Corbacho, su empeño en que ha tenido muy mala suerte demuestra una incapacidad innata para el cargo que ha ocupado. Su único infortunio -aunque bien mirado, voluntario- ha sido el de trabajar a las órdenes de ZP, un material radiactivo que destruye todas las células que le rodean si permanecen el suficiente tiempo de exposición.
En cuanto a Díaz Ferrán, su despedida llegará precedida de una frase inmortal, que bebe de varias fuentes: las medallitas del Día de la Madre -“dar mucho, pedir poco”- y los regalos del de San Valentín: “Más que ayer, menos que mañana”.
En el caso del presidente de la Patronal, su sentencia ha sido también bellísima en su formulación: “Para salir de la crisis hay que trabajar más y cobrar menos”, confundiendo quizás “salir” con “permanecer”. Y a modo de amenaza, advierte de que quien no acepte el axioma acabará como sus antiguos empleados en el Grupo Marsans: en el paro.
Gerardo viene a ser como esas personas de orden de toda la vida que a los sesenta se desmelenan. De paso, nos recuerda que, al menos en España, detrás de todo gran derechista se esconde un antiguo maoísta. Lo que Díaz Ferrán quiere confesar es que él, en realidad, siempre ha querido ser pro chino. Sólo le ha faltado añadir de sólo saldremos de la recesión a base de cuencos de arroz, pero eso lo habrá dejado para el discurso de despedida.