Internet ha dividido el mundo entre los lumbreras que empezaron en un garaje y los tarugos que vamos camino de él. Esta profunda reflexión surge al hilo de la renovación de la plataforma de b logs de esta web, una fórmula ensayada con éxito (nulo) que ha dado al traste con las bitácoras del resto de los periódicos del grupo por cuanto ha tirado en picado las entradas y ha reducido a la anécdota los comentarios. Lógicamente, el desaguisado no se ha quedado ahí, ya que también tiene efectos retroactivos, de forma que las viejas entradas y sus respectivos comentarios se han convertido en un batiburrillo ingobernable en el que es literalmente imposible entender los unos y localizar los otros.
Qué son esas minucias comparado con el pálpito de la innovación. Nada, en efecto, convengo. El 2.0 es una religión monoteísta en la que lo empírico sucumbe ante la fe. El hecho de que cualquier blog de vida estable sucumba a merced de las ocurrencias de los equipos innovadores apenas supone un ligero engorro similar a las teorías de Darwin respecto a la Biblia. Por cierto, ambas experiencias demuestran que el hombre desciende del mono, aunque con extremada lentitud.
El mundo de internet es el territorio de la incertidumbre. Todos, dicen lo que tanto saben, estamos inmersos en el territorio de lo desconocido. Se impone el sistema ensayo-error. Una vez identificado este último, sólo queda perseverar en él. Dicho lo cual, siempre hay algún fanático de confesión salafista que te hará ver la superioridad estética del blog que nadie lee ni comenta sobre el modelo anterior. Así las cosas, la tecnología se impone de forma aplastante de manera que todas las herramientas puestas al servicio de la ocurrencia alumbran los blogs sin comentarios, es decir, el artículo periodístico de toda la vida, en el mejor de los casos, en su versión volcada a la web.
Sin embargo, las decisiones desastrosas generan valoraciones positivas, especialmente, entre aquéllos que las tomaron. En internet, el destrozo suele ser viral. Si el blog resulta ilocalizable en la web, se hunden las visitas, desaparecen los comentarios y el histórico se ha desordenado, espero que al menos encuentren el texto de hoy más terso que nunca. En este momento, soy incapaz de imaginar siquiera cualquier otra posible mejora. Y, por favor, que nadie se tome esto como una crítica bienintencionada o constructiva. Lo último que quisiera es que volviera al garaje del que nunca debió salir.