Las cumbres de la UE han alcanzado tal nivel de sofisticación que llegan al mercado de los telediarios con los extras, las tomas falsas y el montaje del director ya incorporados. Sólo así se entiende que en una conversación informal de Rajoy captada inadvertidamente por las cámaras el presidente del Gobierno estuviera disertando sobre economía. (Antes de seguir, recordar que las grandes cumbres europeas son la antesala de la anorexia: es imposible reunir en un mismo sitio a tanta gente horrorizada ante la contemplación de una obesidad que sólo existe en su imaginación, dado el creciente estado famélico de las administraciones públicas europeas).

En un mes de enero como el que hoy finaliza, cualquier micrófono abierto colocado frente a Rajoy y que pretenda pasar por indiscreto sólo resulta creíble si le pilla hablando exclusivamente en torno a dos posibles temas de actualidad: el Barça-Madrid o el Madrid-Barça. A un lado quedan las proezas del Mirandés por ofrecer una imagen de España como país imprevisible y poco fiable, dos anatemas para el líder popular. Así las cosas, queda la duda de si el micrófono abierto cogió por sorpresa a Rajoy o fue justo al revés.

En cualquier caso, Rajoy se convierte en el primer presidente de la UE en convocar una huelga general en su propia contra, a la vez que se las ha arreglado para colocar en un brete a los sindicatos -los únicos españoles capaces de rivalizar con el propio Mariano a la hora de acometer sus obligaciones con indisimulable indolencia-.

Teniendo en cuenta que disponemos de las centrales sindicales más Disney de la zona euro, cuesta imaginar qué medidas económicas ultima el Gobierno capaces de empujar a UGT y CC OO a organizar una modalidad de protesta a las que, por naturaleza, son refractarias.  En cualquier caso, la próxima huelga general se convocará en consenso con el Gobierno. El resultado, pactado de antemano como dios manda, será muy satisfactorio para ambas partes.