Dada la delicada situación emocional que atraviesa la sociedad española, con más de cinco millones y medio de solitarios de larga duración, un millón de jóvenes que no encuentra su primer amor y dos millones de hogares con todos sus miembros en la abstinencia sexual, el Gobierno ha decidido flexibilizar el mercado sentimental mediante la aprobación de una serie de medidas encaminadas a facilitar el acceso a una pareja estable:
El amor indefinido: se encuentra actualmente en vías de extinción. La relación se podrá romper a partir de ahora de forma unilateral por decisión de cualquiera de las partes, estableciéndose una indemnización de 33 días por año enamorado, que serán 22 en el caso de que el abandonado acumule entre nueve y veinte noches con dolor de cabeza a lo largo de los dos últimos meses.
El amor de copago: se basa en el libre intercambio de afectos entre dos o más partes, a cambio de una compensación mutua a libremente acordada por los implicados. Las centrales sindicales ya se han apresurado a calificar de ‘prostitución recíproca de ida y vuelta’ esta nueva modalidad, cuyo pago por servicio podrá efectuarse tanto en efectivo como en especie.
El amor improcedente: aplicable tan sólo a menores de edad en edad de formación, los jóvenes deberán contar a partir de ahora con el permiso de los padres para enamorarse.
El amor griego: incendiario en privado, conflictivo en público. Se caracteriza por la afición de la fogosa pareja a montar ‘escenitas’ delante de testigos. Los expertos alertan del riesgo de contagio que entraña, de forma que cualquier reunión de amigos corre el riesgode acabar convirtiéndose en una batalla campal.
El amor del día después: se da en circunstancias excepcionales, cuando una pareja amanece junta y en lugar de preguntarse cada uno de sus integrantes “pero, ¿qué hago aquí? ¿quién es éste?”, decide prorrogar su relación a tiempo parcial.
El amor bancario: basado en el modelo de fusión de las entidades de ahorro, se trata en realidad de una absorción en toda regla en la que uno de los miembros de la pareja reduce al otro a la condición de mero apéndice ornamental, cuyas funciones quedarán básicamente restringidas a Obra Social, esto es, dar lustre a su acompañante en comidas laborales, cenas familiares y actos culturales a los que sólo se permite el acceso con invitación.
El amor para toda la vida revisable a los veinte años: de facto, una cadena perpetua encubierta. Se contempla para casos de parejas cuya mera existencia sea susceptible de causar alarma social, como sucede por ejemplo en el caso de la formada por la infanta Cristina y Urdangarín.
El amor diálogo-social: es el que se establece entre desiguales, a imagen y semejanza del que protagonizan patronal y centrales sindicales. Suele ilustrarse con la imagen de un 69 entre un caníbal y un discapacitado. El encuentro suele saldarse con un parte médico por desgarros y heridas inciso-contusas. El antropófago acostumbra a anunciar sus intenciones días antes en una conversación captada de forma casual por un micrófono abierto.
El amor en pago por dación: consiste en que uno de los cónyuges se ocupa de la manutención del otro, a cambio de su entrega total, traducida habitualmente en procrear, criar a los niños, lavar la ropa, hacer la comida, cuidar de los abuelos, limpiar la casa y planchar.
‘Miniloves’: se trata de pequeñas relaciones sentimentales para jóvenes que, si bien no permiten hacer planes de futuro a largo plazo, ofrecen al menos la posibilidad de adquirir experiencia y forjarse un currículum. Alemania lo ‘vende’ como una alternativa al ‘amor-pasión’ de los países del sur, tan penalizado últimamente por los mercados.
*El Gobierno prevé obligar a los beneficiarios de prestaciones por desamor a realizar algún tipo de trabajo social, como el acompañamiento de ancianos de todos los sexos a Benidorm para que se entreguen al frenesí de ‘Los pajaritos-El baile prohibido’ . Los sindicatos ya han anunciado que estudian la posible inconstitucionalidad de esta medida.