Alberto Moyano
Iñaki Gabilondo entrevistó anoche a Mariano Rajoy en Cuatro y el líder
del PP se mostró afable, ponderado, razonable y educado. Y eso fue
precisamente lo más inquietante. La sensación final es que el gran
Mariano cabalga un caballo enloquecido que le lleva a los lugares a los
que, por sí mismo, jamás iría: ayer, a los faldones de una sotana, hoy
a las conspiración psoe-eta-magreb, mañana quién sabe. Rajoy, que
hubiera bordado el papel del Willy Loman de Muerte de un viajante,
aseguró no haber escuchado extrañas maniobras en su contra dentro de su
propio partido y respondió a las preguntas sobre la teoría conspirativa
en el 11-M que alimenta el mundo del PP como si fuera la primera vez
que oía hablar de ella.
Dijo que sólo quiere saber la verdad, que es como no decir nada, y ya
lanzado, aseguró que este deseo no obedecía a ningún interés político
–pongamos, darle una coz al Gobierno– sino al intento de evitar que se
vuelvan a repetir atentados de este tipo. Y si no le llega a cortar
Gabilondo, el hombre se hubiera hinchado a poner ejemplos.
También recordó la gran labor investigadora que ha hecho
históricamente la prensa en este país, llegando al extremo de asegurar
sin rubor que «tardamos catorce años en saber lo que era el GAL». Toda
una lección no se sabe si de candidez o de cinismo. Finalmente y tras
afear la política del Gobierno en materia de inmigración, pasó a
comentar la actualidad del Real Madrid sobre un dato falso que le
facilitó el propio Gabilondo: los merengues perdían 3-0 frente al Lyon.
Al final, sólo fue 2-0.