Rajoy prometió hacer las cosas “como dios manda” y ya se ha puesto manos a la obra. Y como el único dios verdadero es uno y trino, los comunicados del Ministerio de Exteriores español los firman también Italia y Francia, bien es cierto que sin su conocimiento. Con gran precisión semántica, los dos países danmificados por la autoproclamada definición de Rajoy como una persona “fiable” ya han trazado un boceto de la situación española a base de expresiones como “estupor” o “no basada en ninguna realidad”.
La forma que ha encontrado Mariano de celebrar sus siete meses de desgobierno bebe de las fuentes que manan del inmortal legado de Blake Edwards, quien en ‘El guateque’ hizo que Peter Sellers figurara por error en la lista de invitados en lugar de en la vetados. Puede que con Rajoy, vuelvan a ponerse de moda aquellos chistes que comenzaban con la frase “van un español, un francés y un italiano…”
No deja de ser curioso que quienes se han desgañitado durante años coreando aberraciones en la línea del “España, una, no cincuenta y una” hayan expandido sus fronteras a otros países sin evacuar consultas previas con los interesados. Debimos sospechar que algo así ocurriría cuando Rajoy sustituyó en campaña cualquier referencia a su programa de gobierno por continuas exaltaciones de su “sentido común”.
La prensa internacional recoge hoy el incidente junto a la descarnada confesión de que “estamos peor que Irlanda”, una declaración que uno esperaba escuchar quizás en la Conferencia de Aiete, nunca en boca del ex gobernador del Banco de España y en el marco de una comparecencia parlamentaria.
España ha pasado de una, grande y libre a otra recortada, cautiva y trina. Sirva como ejemplo ilustrativo de lo que nos espera el caso catalán: hace veinte años estaba celebrando unos Juegos Olímpicos; hace dos, inaugurando líneas de alta velocidad; hace uno, debatiendo en el Parlament sobre tauromaquia; hoy vive debajo de un puente, tras aplicar en cinco severos planes de ajuste todas y cada una de las recetas que los expertos han puesto a su disposición en materia de recortes.
Si España es una unidad de destino en lo universal, lo mismo se podría decir de David Carradine, fallecido en el interior de un armario mientras practicaba alguna suerte erótica basada en la autoasfixia. En cuanto a la eliminación de la malformación congénita como supuesto para la interrupción del embarazo, debe ser entendida en clave de autodefensa nacional. Europa podría eliminarnos de su mapa amparándose en idénticos motivos.