La dimisión de la concejala Olvido Hormigos tras difundirse un vídeo en el que aparecía masturbándose se convirtió ayer en esa oportunidad que las redes sociales brindan cada día a sus usuarios de pergeñarse, en cuatro trazos de 140 caracteres, el autorretrato de su perfil más favorecedor. Así, convertida en involuntario icono de la liberación sexual femenina merced a un vídeo grabado para uso restringido de su marido, la edil fue sacada en volandas a la plaza pública por la ciberturbamulta al grito de #yotambienmemasturbo. El espectáculo rijoso se asemejaba al que supondría que tu cirujano te saludara en el abarrotado bar del pueblo proclamando que “¡no nos importa que sólo tengas un huevo, te queremos igual!”.
Las más prolijas y pintorescas explicaciones sobre los beneficios del onanismo sirvieron, no tanto para apoyar a la concejala, como mostrar el carácter desprejuiciadamente solidario de cada cual. Como es tradición en estos casos, los más corajudos tuiteros, identificables a simple vista por el anonimato que ampara sus rasgadas de vestiduras cotidianas, mostraron su adhesión inquebrantable a Olvido, en tanto que los más dignos y decentes llevaban al terreno de la sobreactuación las demostraciones de su indignación, facilitando todo tipo de pistas sobre las infames webs en las que el vídeo se encontraba disponible, evitando así que alguien incurriera en su visionado de forma involuntaria y como quien no quiere la cosa.
Por desgracia, #Yotambiénmemasturbo es filfa, por cuanto lo que aquí se dirime no son los hábitos sexuales de la edil, sino las consecuencias de su exhibición pública. Olvido no dimite por masturbarse, sino porque todo el mundo le ha visto hacerlo. Resulta extravagante salir en defensa de la edil socialista amparándose en el hastag #OlvidoNoDimitas cuando no consta que alguien se lo haya exigido, antes al contrario, las dirigentes de su partido no demoraron mucho en pedirle públicamente y como un solo hombre que permanezca en su cargo.
Siempre habrá desconocidos dispuestos a matarte a besos, pero puede que se esté pasando por alto la posibilidad de que la dimisión obedezca al deseo de la propia protagonista por motivos vinculados a eso que se llama pudor. Para comprenderlo, bastaría con que los fanáticos del #yotambiénmemasturbo difundieran hoy mismo sus propios vídeos entre sus jefes, familiares y compañeros de trabajo, y calibraran mañana por la mañana sus deseos de levantarse de la cama para ir a la oficina.
PD: Todo lo anterior no quita para que, una vez somatizado el trauma, Olvido Hormigos pueda acabar tanto sentada frente a Jordi González en un plató de televisión como en portada y páginas interiores de ‘Intervíu’.