Apenas unas horas después de que Esperanza Aguirre anunciara su despedida en ese clima de espantosa desolación que suele acompañar a cualquiera que se disponga a pasar más tiempo con la familia, Alfredo Pérez Rubalcaba comparecía en TVE para explicar minuciosamente sus teorías sobre el vacío. Es difícil sustraerse a la sospecha de que Aguirre no dijo una sola verdad en toda su comparecencia desde el momento en el que una adicta al poder aseguró que lo que más iba a echar de menos era a la prensa y el contacto con la gente. Respecto al primera asunto, puede resarcirse concediendo entrevistas a lo largo de toda la semana -tantos fueron los cabos sueltos que dejó- o incluso reciclándose en columnista y/o tertuliana; respecto a lo segundo, invita a preguntarse si acaso va ingresar en alguna orden religiosa intramuros tras pasarse treinta años entregada a la actividad que más sospechas de alejamiento de la realidad acumula. En cualquier caso, hay víctimas de un ERE que se han ido a su casa con menos aspavientos.
Con Rubalcaba en televisión, el país pasó en siete días que parecieron diez segundos del ‘mire usted’ al ‘fíjese’. Su ‘haré una oposición responsable’ suena idéntico al “soy es una persona fiable’ de Rajoy. Alfredo no se distingue por su tirón entre el electorado, pero ha venido ejerciendo una inexplicable fascinación sobre los periodistas, basada en hacer que sus confidencias generales parezcan personales y en sustituir el cuestionario del redactor por su propio cuestionario mediante la coletilla ‘pero si lo que usted me pregunta es tal, le diré que cual’. A Rubalcaba le preguntas por la corrupción en los partidos y te dice que hay que combatirla partiendo siempre del hecho incuestionable de que la mafia no existe; le preguntas por Cataluña y te contesta que el diálogo sin condiciones no está reñido con las condiciones; y si le interrogas sobre los recortes, te contesta con un genérico ‘hay otra forma de hacer las cosas’, aunque nunca sabremos cuáles son. Con el ex ministro del Interior al frente, el PSOE sigue inventando nuevas formas de perder el tiempo. Sus resultados electorales fueron los peores obtenidos por el PSOE en toda la historia de la democracia, pero como buen ex atleta, Rubalcaba no se conforma con esa marca y aspira a batir su propio record.