Como si tuviéramos pocos partidos, formaciones, movimientos y grupúsculos abonados a la jeremiada, un grupo de ciudadanos ha cumplido ya con la amenaza de alumbrar uno nuevo, denominado X, ignorándose aún si se pronuncia ‘equis’ -lo que remitiría a Su Santidad Benedicto Equis-Uve-Palito- o, en números romanos, ‘diez’, circunstancia que les emparentaría con la líder de UPyD Rosa X, a falta de consensuar dónde le ponemos el acento a ‘diez’. En cualquier caso, estamos ante el primer bebé del año -y no será el último- nacido con un cromosoma de más.
Ignorantes quizás de que buena parte de la ya exhausta población tiembla cada vez que alguien les recuerda que “el ejercicio de la democracia no se limita a votar cada cuatro años”, los impulsores de esta formación, amparados en el mismo anonimato que los accionistas de las grandes empresas, amenazan proponer que los electores tengan la posibilidad de “votar directamente” cada ley que les incumbe. Por concretar, deberían aclarar un extremo: y cuáles no les incumben.
Sí se diferencia del resto de las formaciones políticas en el hecho de que mientras éstas esperan a ganar las elecciones para ocultar su programa electoral, el nuevo partido ha invertido la secuencia política habitual, anteponiendo su presentación en sociedad a la explicación de sus objetivos, más allá de “queremos reiniciar el sistema”, ya estamos otra vez jugando a la wii.
Mientras la derecha clerical que nos gobierna continúa entregada a la implacable aplicación de su programa neolíticoliberal, los movimientos de supuesta vocación transformadora permanecen instalados en el territorio de Alicia. Así, preguntados por su ideología, los líderes de esta X aseguran que la “lógica”. Y para demostrarlo, lanzan su único mensaje nítido, por desgracia, también absurdo: su objetivo es ganar unas elecciones a las que, por otra parte, admiten que sólo se presentarán si es necesario. Definan ‘necesario’. Un país en la mochila y seis millones de parados les contemplan.