El titular a estas horas de la mañana es “Detenidos seis presuntos miembros de ETA, aunque ninguno de ellos en la casa de ‘Gran Hermano'”. Guadalix de la Sierra es el único punto de España en el que si pides el regreso de ETA no sólo no te encierran, sino que te ponen de patitas en la calle, lo cual desata, por otra parte, idénticas manifestaciones de protesta que si te hubieran enviado a Soto del Real. Gracias a Mercedes Milá, que interpretará el papel de Victoria Prego en esta segunda temporada de ‘La Transición’, sabemos que Vasile lo ha pasado fatal, se supone que más aún al comprobar que ni el estrambote ha servido para elevar los índices de audiencia de un programa que ha encontrado su target idóneo entre los miembros de la AVT y en el que a partir de ahora habrá que infiltrar a un miembro de la Policía entre los concursantes, tal y como ya se hace con el pasaje de algunos vuelos transoceánicos. Obsérvese, por otra parte, la muestra de indignación asimétrica de la dirección del programa, que ha preferido ignorar, no sólo las bromas en torno a Marta del Castillo, sino también la reacción de los compañeros de la tal Argi, prestos a disculpar su desliz, en un gesto que agrava el delito de apología con otro de encubrimiento. En materia de audiencias, la televisiva es más severa que la Nacional en sus condenas.
Siendo todas ellas remotas, ahora mismo hay más posibilidades de vuelta de Argi a la casa de ‘Gran Hermano’ que de ETA a las armas o de Corinna a La Zarzuela. España, que ha padecido el fenómeno terrorista más longevo de Europa, se autoflagela ahora con nuevas ediciones de un reality extinguido por agotamiento en todos los países de la zona euro. Están jugando con fuego porque en la siguiente edición se corre el riesgo de que las cosas empeoren en el supuesto de que se infiltre en la casa nada menos que un ‘liberado’ de la Plataforma de Afectados por los Desahucios. Mediaset, que lo mismo obedece a los grandes almacenes que a la troika, ya ha advertido de que no le temblará el pulso. Quizás la normalización consista en que Brian Currin reciba en plató a los expulsados por la audiencia.