Jordi Évole fue a Errenteria a hacer uno de sus reportajes, con la ventaja añadida sobre el resto del gremio de que sólo tuvo que pasar allí tres días, frente al lastre que supone haber trabajado toda la vida en o junto a la villa. Nunca aceptaríamos un documental sobre la gastronomía vasca basado en la ingesta de tan sólo tres pintxos, pero la política es el arte de lo posible y su correspondiente periodismo, el de lo inverosímil. En cualquier caso, estos trabajos aportan la precaución necesaria a la hora de leer con perspectiva lo que los enviados especiales escriben, ayer sobre Siria, hoy sobre Ucrania, mañana sobre Venezuela.

Ya aventuro que el programa habrá obtenido unos magníficos resultados de audiencia en el País Vasco, donde estamos criando una creciente bola de narcisismo a cuenta del ‘conflicto’. De cuantos desfilaron ante la cámara de Évole, nadie hizo suyas las posiciones separatistas, ni habló con un mayor desprecio de la clase política madrileña que el concejal del PP. Para ejecutar semejante pirueta, tuvo que asegurar que la tortura ha sido una práctica habitual que los agentes de las FSE practicaron a título individual. En cuanto a la izquierda abertzale, los interlocutores escogidos para interlocutar con el periodista atribuyeron la violencia de ETA a una cuestión de ‘carácter’ que nos diferenciaría de, por ejemplo, los catalanes. Por momentos, pareció un programa sobre maltratadores. El alcalde, por su parte, hizo lo que pudo.

Del trío ‘memoria, reparación y justicia’, los dos últimos quedan fuera del alcance de la mano de los ciudadanos por cuanto son materias que atañen a la Administración. En cambio, disponemos de la ‘memoria’, que a su vez se divide en ‘recuerdos’ y ‘amnesia’. Évole no pudo ejercerla en ninguna de sus dos versiones dada la imposibilidad de recordar lo que nunca se ha sabido. En cuanto a quienes temen por el futuro político del edil del PP, descuiden: lo más probable es que sus declaraciones se pasen por alto ya que cualquier medida punitiva obligaría a repasar y otorgar mayor difusión a lo que dijo. Y eso sí que no.