Si se volvieran a dar las mismas condiciones, bombardearían otra vez Gernika, negarían haberlo hecho, el Picasso de turno pintaría un cuadro muy parecido y resurgirían todas las ramas que de ETA ha habido a lo largo de la historia.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, la mujer del carpintero andaría disparando bebés concebidos sin haber conocido varón, y en breve tendríamos a uno suelto resucitando a los muertos, caminando sobre las olas y convirtiendo el agua en vino. Crianza, por supuesto..

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, emitirían de nuevo ‘Verano azul’ y triunfaría como si fuera la primera vez, se pondrían de moda las hombreras y en la televisión pública habría algún programa con música en directo.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, el rey juraría fidelidad a los principios del Movimiento Nacional, el Gobierno volvería a practicar la ‘guerra sucia’ y el de Interior sería el ministro mejor valorado por la ciudadanía.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, España crecería otra vez a un ritmo del 5% anual, los precios de los pisos regresarían a niveles de 2002 y el Barça volvería a fichar a Neymar, si hiciera falta, con dinero ‘negro’.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, Bárcenas no tendría ningún problema en hacerse otra vez con la tesorería del PP, Donostia sería designada Capital Cultural Europea y los Beatles se juntarían para grabar otro disco, quién sabe si incluyendo algún dueto con Elvis.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, Cristo acabaría de nuevo en la cruz; los cristianos, en las fauces de los leones; Rouco, en el seminario; Elena Valenciano, en cualquier PSOE de los muchos disponibles; y Vestrynge, en Alianza Popular.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, Aznar repetiría que ha sido ETA, elegiría a Rajoy como su sucesor y Alaska se piraría de vuelta al Rock-Ola.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, Fabra ganaría de nuevo las elecciones, Camps también, qué decir de Jaume Matas, y Urdangarín renovaría sus votos para pasar el resto de su vida junto a la infanta Cristina.

Si se volvieran a dar las mismas condiciones, la gente se divorciaría dos veces, bailaría de nuevo el ‘Aserejé’ y el ‘Un, dos, tres’ regalaría este magnífico piso, en Santa Pola, Alicante.

Ocurre que las mismas condiciones jamás vuelven a darse, aunque sólo sea porque ya se pierde el efecto novedad.