Alberto Moyano

¿Hay lugar para dos gañanes en el imaginario épico-sentimental de
Hollywood? ¿Aporta algo el hecho de que sean padre e hijo? ¿Está
moralmente justificado el rescate de ancianos del asilo para que
refloten hogares a la deriva?
La Academia de Hollywood tiene la palabra. Será este domingo, madrugada
del lunes en la Península, cuando den a conocer al ganador del Mejor
Cortometraje de Ficción. Hacia allá ha volado ya el donostiarra Borja
Cobeaga, director de ‘Éramos pocos’, gerontocorto en clave de comedia
gamberra que debería catalogarse desde ya en la categoría de cine de
anticipación, pues estamos ante una visión ¿posible? ¿probable?
¿deseable? del futuro.
Si en el famoso Almuerzo de los Nominados Cobeaga ya dejó su impronta a
base de estorbar a los fotógrafos en su solemne tarea de inmortalizar a
los candidatos y de derramar el vino de su copa sobre cuanta estrella
se puso a tiro, la estancia promocional que ya ha comenzado promete.
Alega en su defensa que sólo es un Intxaurrondo Baby.
De los otros cuatro cortometrajes nominados, basta echar un vistazo al
de Javier Fesser, Binta y la gran idea –niña de siete años + aldea de
Senegal +apoyo de Unicef– para concluir que las opciones de Cobeaga son
escasas. Bueno, o no, que diría Rajoy.
Ahora, eso sí, como se lleve el Oscar, nadie va a poder evitar que
ruede su euskoadaptación de ‘El padre de la novia’, en la que el suegro
del protagonista no es un Robert de Niro mafioso, sino Arnaldo Otegi.