Alberto Moyano
La ola de indignación popular que ha desatado la gala carnavalera
diseñada por el bailaor Rafael Amargo en Tenerife encuentra paralelismo
varios con otros sucesos acontecidos en nuestra historia reciente. Sin
ir más lejos, recuerda al motín popular que desató la locutora de TVE
al equivocarse en el recuento de campanadas de fin de año. Entonces
como ahora, el pueblo soberano alegó que «nos han quitado la ilusión
por la fiesta», exigió cabezas y no ocultó sus deseos de despellejar al
culpable.
Amargo reaparecía anoche en el programa de Jesús Quintero para explicar
que 1) ha cobrado por el encargo lo mismo que su antecesor; 2) Se plegó
a las exigencias de la Conferencia Episcopal al suprimir el crucifijo
del numerito perpetrado por Belén Esteban; 3) Asistió de cuerpo
presente a toda la gala; 4) El Ayuntamiento tinerfeño conocía el
discutible programa de la gala; y 5) Asume el fracaso.
No fue la única víctima de la ira popular que pasó anoche por el
programa. La concejala de Lepe que posó desnuda para una revista local
y la peluquera de Cancún que hizo lo propio en ‘Intervíu’ explicaron
sus razones ante Quintero, en lo que no deja de ser un acto de
sumisión. «¿Por qué lo hizo?», interrogó el presentador a la concejala.
«Porque soy un ser humano», contestó la interpelada, dejando la puerta
abierta a la posiblidad de que no hubiera oído bien la pregunta. «La
revista se agotó en hora y media», recordó por su parte la peluquera de
los detonadores y lo dijo con un brillo en los ojos que daba a entender
que aún no ha dicho su última palabra en esto del show business.
No tuvo tanta suerte José María García, cuya entrevista fue suprimida
casi en su totalidad por sus «insultos, descalificaciones y ataques a
terceras personas», emitiéndose únicamente sus «comentarios críticos»
sobre el presidente de RTVE, Luis Fernández.