Alberto Moyano

Una fatal conjunción de factores quiso que Eduardo Moreno Bergaretxe
‘Pertur’ fuera un liquidacionista para una parte de sus compañeros de
ETA (pm) y un duro entre los duros para los servicios policiales. Su
desaparición hace 31 años dio lugar a una secuencia pendular de teorías
que ha oscilado entre acusaciones a los aparatos del Estado, primero, y
a sus compañeros ‘berezis’, después.
La segunda opción, avalada por la propia la familia del interesado, se
ha impuesto en sociedad durante décadas como la canónica: un par de
indicios por aquí, un antecedente en forma de ‘arresto’ por allá han
servido para construir un relato cerrado sobre la desaparición.
Sin embargo, la ausencia del cadáver y de pista alguna para localizarlo
ha conspirado a lo largo de todos estos años contra esta versión.
Además, nadie ha explicado qué problemas de conciencia habrían impedido
a ETA reivindicar la ejecución del reo en calidad de traidor.
Ahora, la historia se reabre de la mano del documental ‘El año de todos
los demonios’, que se proyectará el próximo día 25 en el Kursaal dentro
de los Especiales Zabaltegi del Festival de Cine. En este trabajo, se
apunta a neofascistas italianos al servicio de los servicios secretos
españoles como responsables del secuestro, torturas y asesinato de
‘Pertur’.
En medio de un avispero de intereses, la película aporta una decena de
testimonios, en su mayoría, de antiguos militantes de ETA (pm), una
organización formada por gente de gran bagage intelectual y de la que
saldrían auténticos nómadas ideológicos impecablemente trajeados de
coherencia personal por los cuatro costados.
La película aporta algunos testimonios, confesiones e indicios sobre la
suerte que pudo correr Moreno Bergaretxe, pero sobre todo, ilustra perfectamente lo
plúmbea que puede llegar a ser la clandestinidad revolucionaria
construida a base de interminables debates, análisis objetivos,
propuestas audaces, reuniones sectoriales y conspiraciones
clarificadoras, superadas todas ellas por la acción pura y simple.
1976 fue, sin duda, el año de todos los demonios, pero cabe preguntarse: y desde entonces, ¿cuál no lo ha sido?