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Alberto Moyano

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¡Qué cruz!

Alberto Moyano

La realidad imita al arte. Como si fuera un nuevo caso del padre Quart,
resulta que alguien ha robado la cruz que adornaba la tumba de Oteiza y
su mujer en Alzuza. En rigor, se trata de dos delitos ya que el objeto
sustraído era una cruz doble. Quién y para qué puede querer el bronce
en cuestión es algo que no cabe preguntarse sin caer en el desasosiego.
El caso es que la fechoría ha desatado la polémica en torno a su valor
real. Para el Museo Oteiza, se trata de una reproducción en bronce
realizada tras la muerte del artista en abril de 2004. El original, en
madera, se guarda en el centro de Alzuza. Su valor sería nulo. Discrepa
la sobrina de Oteiza, quien sostiene que la obra se realizó en vida de
su tío, circunstancia que el lleva a concluir: «Es un original de Jorge
y, por lo tanto, tiene todo el valor artístico de cualquiera de sus
creaciones».
Cualquiera de las dos teorías ofrece sus aristas. Si es Pilar Oteiza
quien lleva razón, está contribuyendo directamente a la revalorización
de la pieza y dificultando, por consiguiente, su localización. Si, por
el contrario, es el Museo el que está en lo cierto, se abre la veda
para que la cruz sea robada cuantas veces sea repuesta. Quizás por eso,
el Museo intuye que deberá encargar no una, sino varias reproducciones.

Lo que seguramente nadie discutirá es: a) si la doble cruz es obra del
artista, hay que reconocer que no la hizo en su mejor momento. Y b) a
Oteiza, todo este follón le hubiera encantado.


septiembre 2007
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