Alberto Moyano
1) Teledonosti intentó retransmitir anoche la izada de la bandera, pero la masiva contratación publicitaria estuvo a punto de impedirlo. Las sucesivas tandas de anuncios dejaron la sensación de estar viendo un festival publicitario salpicado de esporádicas conexiones con la plaza de la Constitución destinadas a permitir que el espectador aprovechara para hacer escapadas al baño.
2) El programa, conducido por Mitxel Ezquiaga y Oscar Terol, conectó con famosos personajes donostiarras que, por razones laborales o inconfesables, se encontraban anoche lejos de San Sebástián: el director de cine Borja Cobeaga, lamodelo Lorena Bernal, el presentador Agustín Hernández… Todos cumplieron y se esforzaron en simular una emotiva nostalgia que, la verdad, parecían lejos de sentir. Es más: algunos no podían ni ocultar el alivio.
3) Finalmente, llegó el momento de la izada y en un tablado densamente poblado por tamborreros, orfeonistas, cámaras y familiares de presos, se llevó a cabo el ritual. La tele engorda. En el caso de los componente de Gaztelubide, sobremanera, cabría añadir. Habrá opiniones para todos los gustos, pero lo ideal es que ni un borracho cante óperas, ni un orfeón el repertorio etílico por excelencia.
4) En lo que al plató respecta, lo más divertido fue la ejecución de una cazuela de auténticas angulas a cargo de Terol, un descarnada muestra de laicismo gastronómico en el que las carísimas culebras fueron arrojadas al fuego a puñados sin mayores solemnidades. Claro, no todas cayeron en el barro, pero se trataba de desacralizar.
5) A estas horas ya desfilan los ejércitos infantiles por el centro de la ciudad. Un niño aporreando un tambor es un terrorista acústico. Cinco mil haciendo eso mismo son el apoteosis de la emotividad donostiarra. Así sea, pero no nos dejemos engañar: si los niños no tuvieran padres, tíos y demás familiares, el desfile se celebraría ante unas aceras insoportablemente desiertas.