Alberto Moyano

Los actos previos a la Semana Grande donostiarra arrancaron ayer con una operación policial saldada con la detención de treinta y siete personas presuntamente vinculadas al tráfico de drogas y los robos.

El hecho de que todos los detenidos sean magrebíes no debería levantar suspicacias. La pasividad policial practicada de forma selectiva sería un acto de absoluta discriminación. Por otra parte, si lo que la redada busca es sofocar el discurso xenófobo, digamos ya que la lleva clara. Nunca gozó de mejor salud la vieja letanía de “todo es igual: entran por una puerta y salen por la otra”.

Sin embargo, es obligación de las autoridades formar a la ciudadanía en los valores democráticos y de igualdad ante la ley. Desde este punto de vista, las redadas basadas en la segregación racial están absolutamente desaconsejadas. Dicho de otra forma: de cara a ulteriores razzias, sería deseable salpicar la cuerda de detenidos magrebíes con algunos  ciudadanos locales, mejor, cuanto más donostiarras.

Y no hay que detenerse ahí. Debemos caminar hacia adelante, con la utopía como horizonte. Una sociedad avanzada que se precie no puede renunciar a la redada multirracial. Aspiramos a que algún día las operaciones policiales se lleven por delante de forma simultánea a miembros de diferentes grupos étnicos, tanto locales como extranjeros. Sólo entonces podremos afirmar con orgullo que la multiculturalidad habita entre nosotros.