Alberto Moyano
1) El pañuelo: el diseño blanquiazul seleccionado entre los sesenta presentados a concurso brilla por su ausencia. Proclamar el éxito de la propuesta pasaría por admitir que se ha convertido en una prenda más de la ropa interior. Se reafirma la teoría de que la Semana Grande es, más que nada, un estado de ánimo que, como el luto, se lleva básicamente por dentro.
2) El anuncio: El spot de una cadena de peluquerías que Teledonosti emite a diario brilla por encima de cualquier otro como el producto audiovisual por excelencia en esta Aste Nagusia. Protagonizado -y probablemente, escrito y dirigido- por la propia peluquera, su estampa, su voz y su dicción al desear felices fiestas a los espectadores equivalen a celebrar la Nochevieja con bombas de racimo. El besito en la yema del dedo índice que la mujer se autopropina a modo de despedida es demoledor, se mire como se mire.
3) La polémica: Se desarrolla en el territorio Sirimiri del DV y enfrenta a quienes sospechan que tras el atrezzo de los cabezudos se esconde la selección vasca de sado-maso entregada a descoyuntar a golpes a cuanta ancianita con osteoporosis encuentran a su paso, y a quienes sostienen que de ninguna manera y que al contrario: jamás se repartieron vejigazos de mayor belleza plástica y ejecutados con tal pureza como este año.
4) Los fuegos: ¿Disminuye la asistencia de público a los lanzamientos? ¿Han perdido ese atractivo que parecía a prueba de bomba? ¿Vivimos el agotamiento de un modelo? ¿Estamos ante lo que Eduardo Punset llamaría un cambio del paradigma festivo? ¿
Ha llegado el momento de echar las campanas al vuelo?