Alberto Moyano

800.000 personas, según el recuento oficial, han participado en alguno de los 264 actos programados por el Ayuntamiento a lo largo de la pasada Semana Grande. La buena noticia es que no todos acudieron al centro en su vehículo particular, ni intentaron estacionarlo en el parking del Boulevard. Sólo la mitad actuó así.

Una simple división arroja como resultado que cada guipuzcoano asistió a un acto y medio, pero las generalizaciones son injustas y no deben servir para ocultar que entre nosotros existen plusmarquistas festivos que por la mañana persiguen fanfares, por la tarde van a los toros, a la noche contemplan los fuegos y a medianoche, los conciertos, sin descartar esporádicas participaciones enlos gigantes y cabezudos, así como visitas relámpago al toro de fuego.

Fueron precisamente los fuegos artificiales los que volvieron a congregar  más gente: unos 700.000 espectadores, cifra obtenida de aplicar el logaritmo neperiano a X, siendo X el número de helados vendidos en las ocho noches y neperiano, las colillas recogidas en la arena de la playa. Similar sistema de cálculo se ha aplicado a la estimación de asistencia a los conciertos de Sagüés, sustituyendo los helados por vasos reciclables de cerveza y restando los autómatas de la Casa Azul, que no cuentan.

Desde el Ayuntamiento, se mantendrá la política de alimentar el ajuar de la ciudadanía mediante el reparto de más pañuelos blanquiazules e incluso se contempla la posibilidad de sortear entre sus improbables portadores el auténtico delantal Capitalidad Cultural 2016.

De cara a posteriores ediciones, se estudia la posibilidad de abrir la fiesta con el espectáculo piromusical y cerrarla con el cañonazo. Total, por probar no pasa nada.