Sabíamos gracias a la duquesa de Alba que la medicina ha conseguido que sea posible aparentar 120 años sin necesidad de haberlos cumplido. Sin embargo, la ciencia avanza que es un primor y ahora se anuncia que el hombre alcanzará en un futuro próximo esa longevidad y lo que es más importante: en buen estado de salud.

Aguarde un instante si está pensando en salir corriendo a renegociar su hipoteca: el anuncio lo ha hecho Silvio Berlusconi, una eminencia en múltiples facetas aunque no en lo científico, que se sepa. La primera pregunta que surge es obvia: ¿tiene intención de seguir cantando los descartes de San Remo? La cuestión no es baladí. En caso de respuesta afirmativa, la leyenda que lucen los paquetes de tabaco -“Fumar acorta la vida”- servirá más como reclamo que como lema disuasorio.

Berlusconi, que como es sabido gasta fortunas en estiramientos de piel y tinte para el pelo, considera que la expresión sexagenario ha quedado obsoleta por cuanto “no son pocos los hombres de 60 años que hoy comienzan una nueva aventura de la vida”. En su caso, la aventura de liderar un país.

De confirmarse la noticia ésta implicaría una serie de asuntos cuya valoración no es seguro que Silvio se haya planteado. Por ejemplo, ¿habrá fondos en la Seguridad Social como para disfrutar de una pensión razonable durante los 55 años de media que durará la jubilación? ¿O habrá que seguir trabajando hasta los cien? ¿Volverán a dispararse los precios de los pisos ante el aumento de la demanda y la escasez de la oferta? ¿Aumentará el índice de divorcios a partir de los 95 años? ¿Habrá espacio físico en Benidorm para acoger a tanto anciano bailarín? ¿Ha comentado algo de todo esto con Pilar Urbano?

He aquí uno de esos líderes elegidos democrática y, en este caso, reincidentemente por los mismos ciudadanos europeos amantes de la transgresión, que asistieron con horror a los triunfos de George W. Bush y que, ahora mismo, sólo contemplan como única opción posible la victoria de Obama.