… la guapa la desea. Sirva el refrán para ilustrar la convulsa relación que mantienen desde antaño San Sebastián y Bilbao y que anoche fue materia de conversación en la tertulia del ‘Keridos Monstruos’ de TeleDonosti.

En realidad, la pregunta planteada era si los donostiarras tenemos envidia de los bilbaínos, pero como quiera que la cuestión acabaría resultando dolorosa, se deslizó rápida e inopinadamente hacia una exposición de las virtudes y los defectos de ambas capitales.

De hecho, antes de ser despachado este asunto, las respuestas fueron un unánime “no, para nada”, matizado con un “aunque sí echo de menos aquí…” y seguido a continuación de uno o varios “su ambiente nocturno”, “su campo de fútbol”, “su comercio”, “su garra”, “su entrega”, “su carácter emprendedor”, “su autoestima”…, hasta el punto de derivar en una parodia de la escena de ‘La vida de Brian’ en la que los miembros del Frente Judaico de Liberación se interrogan a sí mimos sobre “qué nos han aportado los romanos”. 

Como quiera que el grueso del debate se desarrolló en términos comparativos, la discusión pronto se reveló inviable. Tal y como dijo Begoña del Teso y refrendaron varios de los contertulios, Bilbao es una metrópoli y San Sebastián, no.

De hecho, la ciudad arrastra un par de lastres, por encima de otras cuestiones: su tamaño y su belleza. En efecto, sobrevoló la sospecha de que, en algún momento aún por determinar, La Concha se convertió en una pesada bola de hierro -como la que arrastran los condenados en los tebeos- que ha desembocado en la autocontemplación.

Como les sucede a algunos actores, San Sebastián se encasilló en papeles de sex-symbol y pasado su momento de gloria, recorre productoras y medios de comunicación intentando demostrar que es algo más que un cuerpo deseable y que, en todo caso, éste jamás le impidió cultivar una gran vida interior.

Por lo demás, la charla abordó varios clásicos, como la inhóspita vida nocturna donostiarra, punto en el que Dionisio Pérez Villar volvió a alzar la voz para reivindicar el traslado del Ayuntamiento a Tabakalera y la reconversión del edificio de Igentea en un cabaret como dios manda.