Venía rebotada la Conferencia Episcopal de una semana en la que se había consumado con éxito el intento de curar a un niño mediante el cordón umbilical de un hermano gestado a partir de la selección de embriones, un método explotado hasta ayer mismo en régimen de monopolio por el dios católico que todo lo ve.

Se esperaba el contrataque y éste llegó ayer en forma de campaña publicitaria, en la que una cría de lince aparece como especie protegida frente a un bebé supuestamente instalado en la intemperie legal. Vaya por delante que la vista de tan lustroso animal habrá de excitar los instintos de las mejores escopetas de la judicatura nacional, tan afectas ellas al hecho cinegético.

Una lectura apresurada del mensaje llevaría a concluir que lleva razón. Resulta inaudito que un lince cuente con mayor protección que un niño, cuando no se tiene noticia de ni un sólo caso de abusos sexuales a estos animales por parte de miembros del clero católico, no ya sólo en crías, sino incluso en ejemplares adultos, en cualquier caso, todos ellos criaturas de dios.

Sin embargo, la necesidad de introducir un factor de manipulación en la campaña publicitaria delataría la existencia un déficit de fe -valga la paradoja- en los propios argumentos por parte de la Iglesia. Y es que el niño del cartel, entrado en meses y al filo de la desintegración por photoshop, goza de unos derechos de los que el lince -al menos, a día de hoy- carece. Dicho de otra forma, se se ve obligado a disparar sobre uno de los dos -excluyendo a monseñor Camino-, hágalo sobre el lince. Le saldrá más barato penalmente.

En realidad, el portavoz episcopal, monseñor Martínez Camino, se refería al anteproyecto de ley del Gobierno que recoge el derecho a la interrupción del embarazo en los tres primeros meses de gestación. La Conferencia Episcopal, obviamente, prefirió hurtar la imagen de ese feto en previsión de que la campaña se viniera abajo.

En esta cuestión, el argumento es el aborto, pero el tema es otro: dilucidar finalmente la cuestión de si la sociedad debe organizarse o no de acuerdo a las creencias religiosas, sean éstas cuales sean, de unos cuantos. Seguiremos debatiendo.