La muy recomendable película alemana ‘RAF’ relata la historia de la primera generación de militantes de la pomposamente autodenominada Fracción -erróneamente traducido en la película como ‘facción’- del Ejército Rojo.
El filme discurre entre los años 1967 y 1977, período en el que un aprendiz de delincuente común -Andreas Baader-, la hija iluminada de un pastor protestante -Gudrum Ensslin- y una periodista de expresión reconcentrada -Ulrike Meinhof- aglutinaron a un grupo de jóvenes de la izquierda extraparlamentaria germana, empeñado en el ejercicio autista de la violencia contra el Estado, un ente que en estos casos suele sucumbir a la tentación de simularse seriamente desafiado.
La historia de la RAF, en este primer tramo, concluye con el suicidio en la prisión de Stammheim de cuatro de sus dirigentes. El lugar común afirma que fueron eliminados por las autoridades, aunque las investigaciones más serias apuntan a que el servicio secreto conocía sus intenciones y se limitó a dejarles hacer.
A esas alturas, Meinhof -seriamente desequilibrada por meses en régimen de aislamiento acústico- ya se había quitado la vida tras ser reducida por sus compañeros a la condición de “cerda burguesa”.
La historia posterior resulta didáctica. El abogado del grupo, Horst Mahler, fue condenado a doce años de cárcel por terrorismo, rechazando su liberación y traslado a Yemen, a cambio de la liberación del cabeza de lista de la lista democristiana, Peter Lorenz, secuestrado por un comando de la segunda generación de la RAF.
En 1980 salió de prisión y recuperó su licencia de abogado gracias al buen hacer de su letrado, Gehard Schröder, con el tiempo, canciller de la República Federal. Su anterior defensor había sido Otto Schilly, quien tras una temporada en Los Verdes, acabaría de ministro del Interior en el Gobierno Schröder.
Una vez excarcelado, Mahler, quién había dejado la RAF para abrazar el maoísmo, continuó adelante con su nomadismo ideológico hasta regresar al punto de partida familiar:, el nazismo, esta vez en su vertiente ‘neo’, un periplo similar al que en España ha cubierto un ex grapo reconvertido ahora en historiador pseudofranquista.
La RAF agonizó durante años antes de autodisolverse en 1998, mediante un comunicado en el que se desentendía de la suerte de sus presos. En la actualidad, la estética del grupo sirve de fuente de inspiración para varias líneas de moda y algunos anuncios publicitarios en Alemania, degradación hasta sus últimas consecuencias del fenómeno ‘camiseta del Che’ y culmen, a la vez, de una derrota política e ideológica como se ven pocas.