Apenas un mes después de su última comparecencia en el ‘Keridos Monstruos’ TeleDonosti, el alcalde donostiarra, Odón Elorza, regresó anoche al plató del programa para contestar a todas las preguntas de los ciudadanos que quedaron pendientes en aquella ocasión.

Y lo hizo desde ese exhaustivo y minucioso conocimiento de todos y cada uno de los asuntos que conmueven a ésta su ciudad. Una meritoria posición que incluso, ante los concejales de la oposición, le confiere la comodidad del profesional frente al amateur. En el caso de los ciudadanos, no digamos. Hay que reconocerlo: lo que algunos llaman plató, Odón lo llama hogar.

Sobreponiéndose a esa sensación de estupor, Elorza fue dando respuesta a la batería de preguntas que formularon los espectadores vía telefónica. Y como siempre, para todos tuvo una palabra de esperanza -“en breve comenzarán las obras”- o de consuelo -“pues la verdad es que tiene usted toda la razón. Mañana mismo informaré del tema al responsable del tema”-.

La imposibilidad por parte de los espectadores de replicar sus intervenciones restó mordiente el programa, aunque le dio más agilidad por cuanto fueron más las cuestiones introducidas. Entre otras, las relacionadas con la seguridad ciudadana -un asunto socialmente inflacionista-, el soterramiento de La Concha -o lo que sea-, el proyecto muerto y ahora resucitado del tranvía, la Capitalidad Cultural y hasta la posibilidad de instalar cámaras, con travelling y todo, en las calles de la ciudad, asunto este último que en un par de años mutará, sin duda, en la exigencia de que se distribuyan armas de fuego entre la población civil.

Hubo incluso un momento para el humor rijoso de la mano de un vecino de Egia que, antes de formular su pregunta, se sintió en la oblibgación de aclarar que “en el barrio le llamamos el ‘calvoreta’ (sic)”. Si el asunto pudo tener cierta gracia en algún tiempo, lo cierto es que ya hace mucho que la perdió. Por puro desgaste, más que nada. Elorza, claro, le dio la vuelta y se anotó el enésimo triunfo de la noche.

Y, así, feliz en su columpio. Y con ganas de que llegue la próxima, por qué no decirlo.