Mientras lees este post está teniendo lugar probablemente la última eyaculación precoz de la historia, al menos, en Occidente. Estamos ante la desaparición de un dinosaurio mental. Y todo gracias a una pastilla que hoy se pone a la venta en las farmacias.
Para calibrar adecuadamente la transcendencia histórica del momento, hay que recalcar que estamos en puertas de una revolución sexual, similar a la que vivió la industria militar con el paso de la mecha al temporizador. Es más: con toda seguridad, los laboratorios no tardarán en poner a nuestra disposición ese orgasmo mediante mando a distancia con el que ya soñó Milo Manara.
Este producto, hijo de la fusión del Kamasutra con las políticas más avanzadas en materia de I+D+I, viene avalado por los satisfactorios resultados obtenidos mediante experimentos con 6.000 voluntarios, entre los que -lástima- no consta que figurase el matrimonio Sarkozy.
Uso tópico: El objetivo de Priligy, que así se llama el invento, es retrasar el orgasmo masculino hasta, por lo menos, tener ya otro en lista de espera. Su aparición en el mercado nos acerca un poco más a esa viga maestra de cualquier relación madura que es el orgasmo simultáneo.
Fuera del terreno propiamente sexual, la píldora puede servir también para racionalizar nuestra vida cotidiana, de forma que las descontroladas explosiones de euforia dirigidas hacia el último fichaje galáctico se pospongan hasta que éste se haya anotado al menos un gol.
Pegas: El hecho de que la ingesta haya de producirse entre tres horas, y hora y media antes de la cópula hace aconsejable que se actúe sobre seguro, so pena de que los espermatozoides se den un baño de españolismo a base de “vuelva usted mañana”, con el consiguiente riesgo de que lo que iba a ser un retraso orgásmico pase a ser un aplazamiento, quien sabe, si contado por semanas o incluso meses.
Contraindicaciones: Un consumo excesivo puede llevar a la descontextualización del clímax, produciéndose éste en pleno cigarrillo post-coitum, así como en cualquier otro momento impropio. En caso de administrarse en combinación con la Via.gra, se recomienda acudir al centro sismológico más próximo.