Gipuzkoa es ese territorio en el que todo lo interesante se produce en régimen de soterramiento, más allá incluso de la aparición de misteriosos cadáveres.

Ayer mismo las autoridades inauguraban el nuevo bidegorri bajo techo que unirá los barrios de Morlans e Ibaeta, aprovechando un viejo túnel del Topo, infraestructura que se está revelando una auténtica mina. Para quien no haya visto el túnel, baste decir que se trata de una especie de pasarela de Mompás por otros medios.

Para proceder a la inauguración, miembros de la corporación donostiarra, con el alcalde a la cabeza, partieron del Ayuntamiento en bicicleta. A ellos se unió el viceconsejero de Transportes, Ernesco Gasco, y alguien pensará que el criminal siempre vuelve al lugar del crimen.

Su traje-chaqueta puso el innecesario contrapunto al atuendo de Elorza,  típicamente contrarrelojista que, sin embargo, no evitó su derrota ante el concejal Letamendía -perfecto conocedor de la orografía urbana- y el propio Gasco -especialista en soltar ‘latigazos’ en carrera-, entre otros.

Como en cualquier ‘Verano azul’ que se precie, a la comitiva se fue sumando un ejército de ciudadanos en bici -ese artefacto sigiloso que contínuamente pasa rozando a los peatones-, impacientes por recorrer el nuevo túnel, de una belleza cegadora en su acabado de frigorífico no frost.

Esta nueva infraestructura resultará de una comodidad infinita para los esforzados de la ruta, por cuanto evita que tengan que subir a golpe de pedal por el vial, moviendo unos desarrollos prohibitivos salvo casos de dopaje. El insaciable afán de confortabilidad nos dejará sin ciclistas escaladores igual que antes nos privó de la cantera de porteros.

Pero el túnel apenas ha comenzado a revelar sus prestaciones. Esto ya no tiene marcha atrás. Pronto, ahí abajo, en el subsuelo, uno pedaleará mientras se cruza con el Metro cuatri-paradas, observa el paseo de La Concha soterrado o atraviesa un nuevo parking disuasorio. Ya se sabía que el futuro estaba bajo tierra, pero se ignoraba que fuese a ser en esta vida.