El anunciado concierto por la paz que el cantante colombiano Juanes tiene intención de ofrecer en La Habana el próximo 20 de septiembre amenaza con dar con sus discos en el asfalto de las calles de Miami, en donde furiosos anticastristas los amartillearán a conciencia.
En una peculiar interpretación del efecto mariposa, el exilio cubano de Florida interpreta que el concierto supone un gesto de apoyo al régimen capaz incluso de insluflarle vida. Igual están en lo cierto. En 1965 actuaron en Las Ventas los Beatles -recuerden, aquellos cuatro franquistas- y el régimen aún dio para diez años más, aunque si bien Castro no es Franco, Juanes tampoco es Lennon.
Los levantiscos expatriados señalan además que la Plaza de la Revolución ha sido y es el emblemático escenario de los discursos de Castro, pese a que también ha acogido otras actuaciones memorables, como la de Karol Wojtila durante su gira por la isla.
El caso es que el intercambio de declaraciones ha subido de tono y mientras algunos artistas con residencia en el lugar desde el que se irradia música latina al resto del planeta se han ido borrando discretamente de la iniciativa -Bisbal, Ricky Martin…-, otros ya han saltado al ruedo de las declaraciones -Miguel Bosé- o incluso amenazan con constituirse en Brigada Internacionalista -Ana Belén y Víctor Manuel-. Si nadie detiene la espiral de tensión aquí puede acabar actuando el mismísimo Manu Chao.
Como hasta el momento las advertencias de boicot no han arrojado el efecto deseado -la cancelación del concierto-, los portavoces del exilio de Miami ya han advertido a quienes osen cantar en La Habana que la decisión podría pasarles factura -cual hipoteca a uno, cinco, diez o veinte años-, de forma que sean vetados de por vida, no sólo en Miami, sino también en Cuba. Esto último habrá de ser, claro está, una vez recuperado el control sobre la isla.