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Diego Costa, uno de los nuestros

A Diego Costa le han puesto la etiqueta de pendenciero, de ser un ‘broncas’, cuando en realidad, realiza y cumple con su trabajo. Se gana el jornal a base de goles. Para ello, aparte de olfato, saca las garras. Cuando debe. Cuando lo necesita. En el área no dan caramelos ni facilidades. Lo normal es que los defensas marquen las reglas. Hasta que apareció él. El rojiblanco las ha tenido tiesas y de muchos colores con sus marcadores. Por eso, aparte de sus dotes goleadoras tiene otras armas para descentrar a los rivales. Es un ‘9’ que asusta. Que impone respeto. Seguro que causa pesadillas la noche anterior a sus contrarios. A su manera se ha convertido en el enemigo número 1 de las defensas. Décadas pasadas, Hugo Sánchez o Hristo Stoichkov fueron sus antecesores. Costa tiene su status. Es igual de temido que Messi o CR7. A diferencia de estos, Diego vestirá la roja. Será uno de los nuestros.

Me duele que ya le piten en los campos de nuestra tierra, que es también la suya, y mucho más cuando debute ante Guinea Ecuatorial. Esperemos que su linchamiento se quede allí. Bastante tiene con el que ha sufrido desde Brasil. Ha demostrado un par de narices este tipo de Lagarto. Comprometido por la causa. Ha renunciado a la ‘canarinha’. Nos lo dicen hace años a los de nuestra generación que un brasileño de postín prefiere venirse con nosotros antes que con los de la ‘samba’… Vamos, pensaríamos que lo habría hecho por el jamón, el solecito o las cañitas. No le han regalado nada al Diego. Se lo ha currado. A la sombra de Forlán y Kun, tuvo que vivir años de destierro en forma de cesiones: Celta, Albacete y Valladolid. Luego, con Falcao, en el Rayo. Vallecas le cambió la cara. Fue su rampa de lanzamiento. Antes, mantuvo un pulso con Salvio para ver cuál de los dos, era el descarte. Sobraba uno de ellos porque las otras tres plazas de extracomunitarios tenían dueño. Ahí, Diego sacó carácter y rebeldía. El ‘Toto’ tenía padrinos y más razones (un coste mayor por su fichaje) para haberse quedado, pero Costa salió airoso.

Antes que él, Di Stéfano, Kubala o Puskas se enfundaron la roja, después de lucir otras elásticas nacionales. Lo digo para los que le pitan. Sí, los dos primeros, hasta tres. Eran otros tiempos, algo impensable, en los revueltos que nos está tocando vivir. `La Saeta Rubia’ paseó las de Argentina y Colombia antes de ponerse la nuestra. Mientras, ‘Laszy’, las de Hungria y Checoslovaquia. Y ‘Pancho’ se vistió antes de magyar. Por nacimiento. Luego, aunque fuese en sólo cuatro partidos, la de España, por convicción. De los tres, él, fue el único que disputó un Mundial como futbolista. A los 35 años. Fue en Chile 62. Acabó jugando de ‘9’. En esa cita también estuvo Di Stéfano, el cual no pudo disputar ni un minuto por una lesión. Por su parte, Kubala estuvo en un Mundial con la selección, pero dirigiéndola: Argentina 78.

Volvamos con Di Stéfano. A las puertas de cumplir los 36, se le presentó el último tren de un Mundial. No importaba el D.N.I. Esa temporada aportó 21 goles entre Liga, Copa y Copa de Europa para dos títulos. El destino le puso una zancadilla. En el último amistoso, en Atocha, justo el día que debía darse la lista de 22 elegidos para Chile, se lesionó. El  bolo ante el sparring Osnabrück salió caro. Sufrió un tirón en el bíceps femoral. Estaba claro que para el debut ante Checoslovaquia no llegaría. Había opciones de que pudiera estar frente a México, y como mal menor, ante Brasil. Vamos que su participación no estaba garantizada.  El dúo Hernández Coronado-Helenio Herrera tenía ante sí una difícil papeleta. En la rampa de salida había una terna formada por Amancio, Marcelino y Arieta. Cuentan los cronistas de entonces que los tres hicieron méritos de sobra para haber sido convocados, pero se quedaron fuera. Di Stéfano tuvo plaza en el avión. A buen seguro, que esa decisión levantaría ampollas. Y mucho más, al confirmarse, que no se vestiría de corto. No lució la roja en el Mundial.

51 años después, Diego Costa es el ‘nuevo Di Stéfano’. El de Lagarto se pondrá la roja después de haber estrenado otra camiseta. Como el mítico delantero merengue, el rojiblanco, no quería perder el tren de un Mundial. No por cuestión de edad. En el caso de Diego, por sensaciones. Vive el presente. Está de dulce. Y para qué dejar escapar el poder participar en el más próximo. Viendo que Brasil pasaba olímpicamente de él y que España le abría las puertas y los brazos, la decisión tenía un claro color: el rojo. Allí será nuestro referente. Si en la Confederaciones nos pitaban, no quiero pensar que harán el próximo verano. Como Di Stéfano, Diego Costa es un tipo con personalidad, temido por los defensores y un goleador. Y como le pasó a la dupla Hernández Coronado y Helenio Herrera, ellos tuvieron que descartar a delanteros con mucho talento y gol, ahora a Del Bosque le sucederá algo similar. A Negredo, David Villa, Fernando Torres, Fernando Llorente, y  Soldado  les ha salido un grano con Diego Costa. Tres de ellos se quedarán sin plaza en el avión para Brasil. De ellos depende sacarse el pasaporte. Tienen tiempo aún para unirse a Diego, que ya es uno de los nuestros. Es la guinda al pastel. Debemos sacar pecho de que le tenemos. Él, se lo partirá por nosotros.

 

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