El Real Madrid ganó la Copa un año más y lo hizo jugando buen baloncesto y haciéndose fuerte en algunas de las facetas que le han tenido tocado durante la primera mitad de la temporada. Superó a un Baskonia que resistió hasta el último minuto y soportó en la final la presión de un Gran Canaria que fue una amenaza hasta el último momento. Se había acostumbrado a remontar y obligó al Madrid a estar bien fino para no perder un título que le habían puesto a mano las sorpresas de los cuartos de final.
Escribo en un tren que cruza la península hacia el este y que atraviesa también el día entero. Acabo de repasar los periódicos y he visto los informativos de la mañana en la televisión mientras trataba de cerrar la maleta. La noticia es que ha ganado el Madrid. Desde luego es noticia, pero la pimienta de esta Copa la ha puesto el Gran Canaria y si una crónica deportiva tiene la aspiración de ser una narración épica en A Coruña no ha habido más protagonistas que los hombres de Alejandro García Reneses, el zorro capaz de liársela parda al Valencia, al Bilbao y casi, casi al Real Madrid.
La mañana del domingo en Coruña fue de resaca. La kalejira de las gentes del Baskonia había convertido en una fiesta las calles. Pero eso fue el sábado. El domingo reinaba la calma. No es fácil acostarse pronto cuando sales del pabellón cerca de la media noche. Si has ganado porque has ganado y si has perdido porque has perdido, hay que darse una vuelta. Cada vez que te cruzabas con esos pañuelos amarillos de los canarios, elegantes por cierto, les deseabas suerte y te respondían con un guiño que se podía traducir como “bastante hemos hecho”. Todos, ellos también, temíamos que la final fuera un paseo para los blancos. Desde que Baskonia ganó la final de Madrid en 2009, los dos clubes de fútbol se han repartido todos los títulos y sólo Valencia se había colado en una final gracias a que merengues y culés tuvieron que cruzarse en cuartos de final. Aquel partido de Vitoria no tuvo historia. En el Coliseum coruñés, lo normal es que tampoco hubiera gran cosa que contar en un choque que nacía poco equilibrado.
Pero… Pero los canarios soportaron el arreón inicial de los blancos con canasta sideral de Carroll para empezar a mover el marcador y fueron remontando los diez puntos que tuvieron encima desde el principio hasta ponerse por delante después del descanso. Como en la semifinal contra Baskonia, el Madrid abrió brecha en el último cuarto y como aquel día supo llegar por delante al último bocinazo, pero no fue porque Gran Canaria se rindiera antes de tiempo o porque les sobrara gran cosa, cuatro pequeños puntos. A minuto y medio del final, los de amarillo se dejaban la garganta diciendo que sí, que se podía. Y cuando finalmente no se pudo, para ellos fue la mejor ovación de la noche con el pabellón entero cantando el pío pío. Los blancos son los campeones, los héroes de esta Copa son canarios.