La Minicopa es un regalo. No sólo para los aficionados al baloncesto. También para cualquiera que quiera acercarse a disfrutar con el deporte de verdad. Porque es difícil hallar más verdad que la que se aprecia viendo a chicos de trece años jugando mejor que bien a lo que les gusta. En este caso, basket. Ayer les tocó perder a los pequeños guipuzcoanos por un breve 52-55 frente a una de las mejores canteras que existen por aquí, la de Unicaja. Al final les separó un suspiro.
Foto de la plantilla del GBC que fue a la Minicopa- Jose Ignacio Unanue
El mismo suspiro, por lo corto que se nos hizo, que duró el partido -apasionante, imperfecto, auténtico- y el mismo lamento que exhalaron las tres decenas de seguidores guipuzcoanos que se acercaron a los altos de Las Palmas para ver a sus chavales, sus hijos, jugando en esta fiesta reservada a los mejores. Habían perdido, pero no podían esconder su orgullo.
Porque los jóvenes guipuzcoanos salieron con demasiadas pulsaciones en sus venas y les costaba superar la feroz defensa malagueña. Estuvieron siete abajo tras los primeros diez minutos y catorce por detrás en el descanso. Cualquier otro equipo en sus circunstancias se habría venido abajo. Los chavales de Unicaja son mucho más fuertes, bastante más altos, tenían un par de refuerzos externos y a mitad de partido ya estaban paladeando la revancha de la derrota que habían sufrido a manos de los infantiles guipuzcoanos en la fase de clasificación de Valencia.
Todo cambió después del descanso. Un parcial de 11-2 metió pronto al GBC en el partido y a falta de dos minutos dispuso de dos tiros libres para empatar. Se salieron y terminaron perdiendo por bien poco. Seguramente con el pulso un poco más firme desde la línea de personal nuestros chavales habrían vuelto a sorprender al poderoso Unicaja, pero qué más da. Nuestros infantiles están disfrutando de una preciosa experiencia y han demostrado que son capaces de pelear con casi todos. Quedan dos partidos más, todavía más difíciles, ante el Real Madrid y el Iberostar Tenerife. Habrá que disfrutar de esta copa pequeña hasta el final. Lo harán. Seguro.