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Fernando Becerril

El bisturí

Alimentando antipatías

Basket: Copa del Rey ACB - Real Madrid v FC Barcelona Lassa Facundo Campazzo, #7 of Real Madrid during the Copa del Rey ACB Final Game match between Real Madrid and FC Barcelona Lassa at WiZink Center Arena, in Madrid, Spain. February 17, 2019. 17/02/2019

Basket: Copa del Rey ACB – Real Madrid v FC Barcelona 

Digo antipatías por no ponerme dramático pero la rivalidad entre el Real Madrid y Barcelona, incluso y también en el baloncesto, supera de largo ese sustantivo. Cada vez que se enfrentan, algo sucede para alimentar esa imagen de suciedad, de corrupción, que preside la relación entre unos y otros y que a veces salpica a los que no tenemos nada que ver.

En la final de Copa, lo mismo que en la anterior, la excusa para intercambiar insultos y atesorar agravios fue la actuación arbitral. En esta ocasión el desastre se produjo en los últimos segundos de la prórroga tras un choque de una intensidad, de una fuerza y una categoría excepcional. Hace un año en Las Palmas los árbitros consintieron mucho al Madrid que venía por abajo y en la última jugada salvaron al Barcelona. Se habló tanto del error final que casi no se hicieron cuentas de la suma de pequeños errores que habían permitido que la última equivocación fuera trascendental. La polémica quedó servida y ayer la recordaron los blancos, incluido su capitán y el máximo responsable de la sección de baloncesto. “Ya van dos”.

La diferencia con la final de Madrid es que el trío arbitral se echó encima una ducha de ridículo en poco más de diez segundos de juego. El Real Madrid haría bien en no quejarse demasiado por la escandalosa canasta -previa revisión de las imágenes- que decidió el torneo. Es verdad que ese medio rebote, medio tapón, no es canasta de ninguna manera y que su concesión después de estudiar la repetición descalifica al trío arbitral. Pero también es verdad que Randolph le da un mandoble a Singleton unos segundos antes, una falta ¿imposible? de no ver y que debería haber resuelto el choque.

Felipe Reyes y el directivo lenguaraz del que hablábamos antes deberían tener presentes las dos jugadas. Igual que la prensa catalana cuyo líder de ventas, el diario Sport, publicaba en redes sociales el vídeo del zarpazo de Randolph con un texto incendiario: “el mayor robo de la historia”. Como si un momento después no les hubieran regalado los dos puntos de la victoria tras revisitar unas imágenes que no dejaban dudas.

La consecuencia de todos estos excesos verbales es que una absurda mayoría social más que ser de uno o de otro, odian a uno o al otro. En la tribuna de prensa había profesionales de otros colores que sufrían porque igual no ganaba ése o no perdía aquél. Como si a uno de Valencia o de Vitoria les diera de comer ese campeón, sea quien sea, que en ambos casos domina a su equipo porque juega con las cartas marcadas gracias a unos ingresos ajenos a este deporte.

Miren, el sábado seguí por el canal de YouTube de la Minicopa la semifinal entre Madrid y Barcelona. Sobre la imagen estaba abierto un chat para que los aficionados intercambiaran opiniones. Había mayoría de insultos contra los árbitros, contra Florentino, contra los jugadores merengues, claramente superiores, y respuestas desabridas de quienes no estaban de acuerdo. Estaban jugando niños de trece años. Pero vestían la camiseta equivocada y como se miran mal ni siquiera viendo a chavales de esa edad eran capaces de olvidar sus… antipatías. Yo, la verdad, no le veo la gracia.

Una visión afilada de la vida

Sobre el autor

Han sido muchos años en los que me ha tocado ver, leer y escribir de un deporte y de otro, del fútbol a la pelota pasando por el baloncesto y unos cuantos más. Me apetece contar lo que veo, lo que me sorprende y lo que admiro sin tener que pensar en un resultado. Pero no sé si seré capaz de hablar sólo del resto de la vida... Porque hay semanas en las que parece que el mundo entero es un terreno de juego. Veremos.


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