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Fernando Becerril

El bisturí

Remedio contra la frustración

La temporada más frustrante en nueve años se cerró el otro día con una victoria bien trabajada pero en un partido menor, de aquellos de los que no se pueden extraer grandes conclusiones porque la auténtica competición sólo pasa rozando. Cabe suponer que los técnicos de la Real tendrán a estas alturas pensado un remedio para que no se repita una sensación tan descorazonadora.

Las razones de que nuestra gente haya terminado tan alejada de su equipo parten de una imagen deslavazada,carente de energía y de espíritu. No siempre, pero a menudo. Un equipo que te ilusiona un mes y te deprime el siguiente está lejos de los deseos de su afición y también de sus recuerdos. No éramos así y cuando lo fuimos, terminamos regresando a Segunda.

Todo comenzó en verano cuando se invirtió dinero, mucho, pero no se diseñó una plantilla. Puede ser que el desencuentro entre Moyes y los responsables técnicos del club tuviera que ver con la formación de esa estructura incomprensible en la que el 25% de los futbolistas eran laterales y en el que sólo había un cuatro de verdad, que no era precisamente insustituible, cuando se habían gastado 17 millones en Illarra. El de Mutriku es básico para cualquier proyecto pero no dejaba de ser, aunque mejor, más de lo mismo que ya había. Echamos un año más en falta el cuatro poderoso y con fútbol para jugar al lado de Asier. En cambio con su llegada sobraba un jugador del perfil de Granero.

Como consecuencia del desencuentro del que les hablaba subieron del Sanse dos jugadores prometedores a los que no se les iba a dar bola y a los que se les ha hecho perder el tiempo. Al menos uno de ellos está jugando en Miranda toda la segunda vuelta.

O sea que la plantilla tenía un equilibrio precario ya de partida y para colmo Vela y Rulli vivieron un verano complicado. Al primero le entró la tentación de jugar en Estados Unidos donde el sueldo es bueno y la responsabilidad relativa y llegó aquí pensando en las palmeras de Miami más que en las olas del Paseo Nuevo. Cuando despertó en febrero ganamos cuatro partidos seguidos, pero aquel estirón no fue duradero y los últimos meses del curso recuperaron ese meneo de montaña rusa que tan mal cuerpo nos ha dejado.

El mexicano es una referencia demasiado importante para la Real como para tenerlo en el campo y que no se le vea. Pero si lo sacas del equipo, los rivales lo agradecen y el jugador se puede terminar de volver loco. La estrella del equipo, que costó un quintal hace sólo dos años, se ha convertido en un problema de difícil solución para los técnicos y para el Consejo. Este verano será clave pero si se va, Loren y su equipo tendrán que buscar un relevo imposible y si se queda, cuesta imaginar que Vela vuelva a ser el mismo que fue al lado de Griezmann.

Rulli se pasó las vacaciones del año pasado sin saber si iba a poder jugar donde quería, que era en Donostia. Lo logró al fin y a su llegada se encontró con que el club había apostado por la cantera para el puesto de entrenador de porteros, lo que supongo que tampoco le facilitaría mucho las cosas. Una expulsión ante el Espanyol le dejó tocado, pero se recuperó para volver a ser el de su primera campaña y ahora estamos de nuevo con la misma novela, a ver si sigue como él desea y la Real también o si el fondo de inversión que posee sus derechos encuentra mejor postor.

De momento la Real puja fuerte, en mi opinión más fuerte de lo que debería, quizás porque terminada la temporada no tiene asegurada ni una sola plaza para la portería. La posición del club sería más cómoda si ya tuviera cerrado el acuerdo con el meta que tendrá que competir con el argentino. Competir. Bonita palabra. Hace años que nuestros porteros no compiten por el puesto porque los papeles están repartidos de salida. El bueno y el menos bueno. El titular y el suplente. Buena metáfora para algunos de los males que nos persiguen.

Y esto nos lleva al meollo del problema, la falta de competitividad que muestra el equipo demasiado a menudo y que nos tiene a todos locos. Un equipo que muerde, aunque termine perdiendo, en Ipurua y que ocho días después empata en Villarreal sin fútbol pero con rabia, se deja entre medias los tres puntos en Anoeta ante un Getafe moribundo porque los nuestros estaban todavía más muertos. Fue tal el bochorno de aquella actuación que no he sido capaz de escribir en un mes. Ni habiendo dado la cara en todos y cada uno de los partidos, sería aceptable una actuación así, pero es que no ha sido la única.

A los abonados les ha costado asistir a los encuentros de la segunda vuelta. Tres mil renunciaron a su abono de un año a otro. Ya. Estamos en una crisis larga y dura y las entradas no son regaladas. Ya. Los horarios del señor Tebas son un disparate que no se resuelve porque se sacrifica a los aficionados para mejorar los ingresos de televisión. Ni siquiera se busca una solución de compromiso que permita conciliar ambos intereses de la mejor manera posible. Ya. Pero si el equipo te ilusiona, si cuando vas al fútbol, te alegra la tarde, aguantas en tu asiento aunque te cueste. Y el mínimo común denominador para eso es que tus jugadores lo pongan todo en el campo. Siempre. No ha sido así. Siempre no. Habrá que mirar por qué.

La otra razón del desencanto de Anoeta hay que buscarla en el fútbol de su equipo. Le ha costado mucho crear ocasiones de gol cuando el adversario cerraba pasillos y eso es algo que hacen todos los rivales. Sin ocasiones los goles son raros y sin ellos no se gana en casa. Siete victorias sobre 19 oportunidades es escaso bagaje. Los primeros meses de Eusebio nos permitieron creer que el fútbol había regresado, pero el varapalo de Gijón -otro día que no admite excusas, lo mismo que el cuádruple compromiso ante Las Palmas- nos hizo cambiar de registro. Volvimos a ser un equipo bien montado atrás que vivía de la paciencia antes que del juego alegre y ofensivo.

Si añadimos la lesión de Agirretxe, más de media temporada de baja tras una serie de decisiones que si no tienen consecuencias para nadie es porque en este club nada parece tener consecuencias, y otro medio año perdido por Zurutuza más una interminable plaga de problemas físicos nos podremos hacer una idea de porqué todo ha sido como ha sido. La temporada empezó torcida y no se puede decir que haya terminado bien por mucho que en los dos últimos meses se hayan ganado cuatro partidos y se haya peleado en todos menos en uno. Lástima que de ése no vayamos a olvidarnos fácil.

Hay mucho trabajo por delante este verano. Será importante sacarlo adelante con un mínimo de solvencia porque la deriva es mala y si no la cambiamos ahora, podríamos volver a vivir lo que ya vivimos no hace tanto. No es fácil convivir con tanta frustración. Hay que buscarle remedio.

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Una visión afilada de la vida

Sobre el autor

Han sido muchos años en los que me ha tocado ver, leer y escribir de un deporte y de otro, del fútbol a la pelota pasando por el baloncesto y unos cuantos más. Me apetece contar lo que veo, lo que me sorprende y lo que admiro sin tener que pensar en un resultado. Pero no sé si seré capaz de hablar sólo del resto de la vida... Porque hay semanas en las que parece que el mundo entero es un terreno de juego. Veremos.


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