Pasó la resaca del cine y nos consoló este verano tardío que nos está permitiendo pasear por La Concha bajo un sol que parece una caricia. La Concha. Marco incomprable. ¿Marco incomparable? Pues el sol era una delicia y el agua estaba fresca, ni caliente, ni fría, y estos días han sido un regalo. Pero no sé…
Les cuento. Me he golpeado con piedras en Ondarreta y en La Concha y casi me dejó el pie en un hierro vertical que atravesaba un bloque de hormigón anclado en la arena. A duras penas lo pude llevar hasta los contenedores de La Perla. No sé.
Les sigo contando. He respirado en mis paseos el aire yodado, aunque también putrefacto, de unas cuantas toneladas de algas que se almacenan, sin que nadie las retire, en uno de los mejores y más hermosos arenales urbanos que existen en este planeta. ¿Marco incomparable? Pues esta semana se le podía comparar con un vertedero, claro que el sol y el mar… No sé. ¿A ustedes qué les parece?