Está bien esto de cogerse unos días libres en otoño. La Real ha aprovechado este tiempo que le ha dejado el triunfo de Bilbao para superar el trancazo depresivo que le dejó la acumulación de desgracias ante el Valencia y para alimentar su confianza con argumentos sólidos. Fuerza, voluntad, juventud y también talento para dejar de pensar con angustia en todo ese trabajo que quedaba por delante, que quedaba sí y que sigue quedando por dulces que fueran los tres puntos de San Mamés.
Habrán servido estas vacaciones para tomar conciencia de lo que está en juego, del cambio de generación y de imaginario futbolístico que se está llevando a cabo en la Real y para armarse de paciencia porque por mucho que nos guste ganar cada domingo, ahora mismo están aprendiendo algo que se nos había olvidado durante el sueño anaranjado de Eusebio. Que no es fácil ser la Holanda de Cruyff, ni el Barcelona de Xavi y seguramente ni siquiera para Cruyff y para Xavi sería cómodo capitanear hacia la victoria a un equipo que capitalizara el balón y sufriera, sin embargo, para encontrar espacios por los que entrar en el área rival.
A día de hoy nadie ganar por tener el balón si no crea superioridades en las zonas en las que se hace daño. Por eso la Real de Eusebio dejó de ganar. Porque sufría más de lo que hacía sufrir. Y por eso nuestro club eligió a Garitano, que no es hombre que haya apostado nunca por echar su gente atrás y defenderse a patadón limpio. Apostó por alguien que consiguiera ocupar espacios que no nos dejaran con el culo al aire cada vez que nuestros futbolistas perdieran el balón.
Esta nueva Real está aprendiendo a defender y está teniendo problemas para llegar arriba con frecuencia, pero cuando lo consigue hace daño. Tiene pocas ocasiones, pero las que tiene son claras. Ha hecho goles y ha dejado escapar ocasiones clarísimas ante el Leganés, el Barcelona, el Rayo o un penalti contra el Valencia. No es azúcar lo que nos ofrecen sobre el césped, pero no es el roto que nos eliminó demasiado pronto en la Europa League del año pasado o que nos hizo recurrir a Imanol para atajar la sangría de goles recibidos en transiciones impropias de un equipo de Primera.
Precisamente el lunes llega Eusebio con un Girona que ya no es tan atrevido como era su inamovible discurso a los mandos de la Real. Disfrutamos de grandes tardes durante el tiempo que dirigió al equipo pero también tragamos hiel durante su última temporada. Ahora un entrenador de Bergara está reconstruyendo nuestra manera de jugar con el objeto de dejar de sufrir antes de encontrar la velocidad ofensiva que nos permita competir con los mejores. No sé si lo conseguirá pero merece la pena esperar a ver hasta dónde nos lleva. Porque a lo mejor nos gusta el sitio hacia el que nos dirigimos.
Garitano era un entrenador poco conocido para nuestra gente porque quién va a ver a un equipo que representa a un pueblo del sur de Madrid. El Lega, vamos hombre… Es mucho mejor fijarse en un equipo de Chipre que juega contra uno sueco en la fase de grupos de la Europa League. Lo que muchos no saben es que en la Real le seguían desde hace años y le valoraban como un buen entrenador, un míster que tenía y tiene precisamente lo que le faltaba a nuestro equipo hace unos meses. Sabían que era bueno, pero cuando salíamos de Anoeta hace unos días nadie pensaba que lo era. Hizo falta salir en San Mamés con un equipo que era más de medio Sanse hace bien poco y ganar… Y ganar no porque sobrara fútbol sino porque sobraron agallas y sobró inteligencia para jugar siempre en terrenos donde el adversario sufría más que tú. Me gustaría que pase lo que pase contra el Girona, tengamos la calma necesario para terminar de recorrer el camino que acabamos de iniciar, hace poco más de cien días.