Más de cuatro horas de espera en la aduana. En un trozo de tierra que no es de nadie y es de todos (buscavidas, conseguidores, ladronzuelos de poca monta, pedigüeños, lisiados auténticos…). Tres horas en un pedazo de asfalto que ya no es Melilla pero todavía no es Nador. Ves amanecer, ves salir el sol. […]