Gloriosa etapa la que ayer llevó a los aventureros del X BMW HUMMER RAID Marruecos 2012 desde Missour a las estribaciones de la frontera con Argelia adentrándose ya en cascadas de piedras, vivaqueando sus máquinas en un punto que se diría a ojos occidentales en medio de la Nada, TentsNomadesAnaan, pero que en realidad es el más hermoso caravanserai en varias pistas negras y arenosas a la redonda. Cabras, niños, refrescos de cola, frutos secos, gasolina y amistad. Un motorista pocas veces desea y busca nada más. Y casi siempre encuentra mucho más. Incluidos controles militares.Incluidos dromedarios de pelaje color tierra. (nota para gourmets sin remilgos: si un día les invitan a un plato de rodilla de camello, acepten, sabe a desierto y carne que ha vivido y luchado por sobrevivir).
Incluida la sorpresa de ver en medio de esa Nada arisca pero también hospitalaria, una madrassa, una escuela habilitada en una jaima protegida con cañas y pieles de dromedario.
Muchas cosas están incluidas en una etapa de 419 kilómetros: palmerales, gasolineras, bolsa de avituallamiento (plátanos, batido,atún…); caídas. Cae la máquina, cae el piloto. Los dos se levantan.Y aprenden que en los ríos de arena se ha de entrar en marcha larga, dejando libre la rueda de lantera, sacando el culo bien sacado, relajados los brazos. Tiempo habrá de rectificar con las rodillas la deriva feliz de la moto.
Pero la Hamada, ese océano de piedra, arena, vegetación rala en la que, aunque no lo crean, hay vetas de flores amarillas, y excrementos petrificados de camello, oveja y cabra, es inmensa y se alarga más allá del horizonte interminable. Cae la noche y la noche es peligrosa en Marruecos. Pero no por lo que lo suelen ser las noches de nuestras grandes urbes sino porque transitan por ella carros, tractores, bicicletas fantasmales. Cuando salen las estrellas los motoristas europeos vuelven a sus guaridas. Pero puede pasar que un caballete mal recogido corte algún circuito electrónico y la BMW GS 1200 se niegue a remprender la marcha. Le pasó a la del zumaiarra Joseba Arana Beobide. A 10 kilómetros de Erfoud, no lejos de la meta, del refugio de adobe y wifi que es el hotel Xaluca. Iba a dejarla allá, tras probar satélites y balizas. Se disponía a emprender la marcha a pie cuando apareció un pastor en su todo terreno. Iba cargado de cabritillos. Ofreció el nómada motorizado remolcarles. Remolcar a Joseba, remolcar la GS. Se ajustó el precio: un apretón de manos y 300 dirhams (30 euros) y así entraron, acortando por Merzouga, el bombero de Zumaia y su BMW. Aún no se sabe si todo fue broma o prodigio de San Miguel de Aralar, cuya imagen, vencedor sobre el dragón, lleva Joseba en la cúpula de su máquina.
En un raid hay que repostar gasolina cada vez que uno se cruza con una gasolinera o la organización ofrece repostaje en marcha. Si no se hace o si se gastó más de la cuenta perdiéndose y encontrándose entre piedras desprendidas de peñas ennegrecidas por el sol eterno, puede suceder como les aconteció a cinco máquinas imperiosas de ruedas con tacos y la presión adecuada para rodar por terrenos callosos: también tuvieron que ser remolcadas. Esta vez no por un pastor y sus cabras sino por…¡una Mobylette y su hermana francesa,la no menos mítica Motobekane de 49cc!
Hoy toca otra etapa salvaje: 188 kilómetros negociados entre arenales y campamentos. Se impone mucha navegación. ¿GPS? No, anotaciones de roadbook (recomendación para bien leer la travesía: entre la referencia de una jaima y la de una casa, se escoge la segunda porque en los desiertos las jaimas se mueven y las casas…no).
Continúa el raid. Alcanzaremos el Portal de Belén, pagaremos el diezmo a sus guardianes y coronaremos las dunas. San Miguel y El Profeta así lo quieran.