El X BMW HU MMER RAID Marruecos 2012 apoyado por BMW ESpaña y Touratech, especialistas en nueva tecnología para la moto y sus pilotos continúa por un desierto implacable que se cobra en sangre derramada y huesos rotos el peaje que todo aventurero ha de pagar por entrar en universos que solo pertenecen a sus habitantes: nómadas, bereberes, tuaregs, dromedarioos de pelaje mimetizado con las peñas de piedra vieja, negra y arenosa y escarabajos mejor acorazados para la supervivencia entre las dunas que c ualquiera de los motoristas que cuando bajan de sus máquinas se dirían astronautas llegados de planetas inciertos. Habitantes eternos del desierto, de la hamada, del erg,. de los oueds son también esos zorros de color de arena y arcilla que semejan una mezcla gloriosa de gremlin y caniche. Dueñas de los arenales son las acacias cuyas ramas se defienden del invasor con espinas que pueden horadar ruedas y trajes de klevar. Señores enterrados entre el polvo mortífero son esos arbustos enterrados bajo la nada en los que crecen extrañas calabazas que al secarse, sus semillas producen un sonido como de maracas temblorosas.
Y ese desierto cruel y hermoso se ha cobrado en las dos últimas etapas del HUMMER BMW RAID su libra de carne: un piloto cayó con cuatro costillas rotas, otro, justo el más veterano, el que ha completado las diez ediciones y por eso fue homenajeado en la noche del miércoles, Txema Bragado,rompiose el tobillo; un motorista canario cayó en una zanja envuelta en polvo y su casco se partió violentamente. Caído sobre la arena blanca (a veces el desierto puede ser blanco y costroso) parecía un insecto perfectamente tecnologizado para supervivencia.
Hubo más golpes, más piernas dobladas bajo el carter. Hubo expedicionarios perdidos y muchachos de la montaña guardaron entre los riscos las motos que quedaron varadas.
Transitamos por pistas que desde Erfoud nos llevarían hacia la Puerta del Sahara y más allá, tan allá como hasta la Gran Duna que custodia Merzouga entre kasbahs que se venden porque aquí, como en el resto del planeta, la sed de aventura de unos se ha vuelto fuente de riqueza y trabajo de otros. El miércoles coincidían en los alrededores de las montañas de arena, los pilotos del HUMMER BMW más los 400 participantes del rally Tuareg y las 300 damas que colapsaron la carretera al llegar a la concentración femenina de todo terrenos Les Gazelles.
Decenas de exploradores motorizados a la conquista de un mundo inhóspito y embrujador donde existen cientos de palabras distintas para definir cada matiz de la arena y cada tipo de polvo tiene su leyenda. Cuentan que los hombres del desierto temen caer en las arenas movedizas porque la muerte en ellas llega lenta y horrible mientras te hundes. Pero saben con sabiduría vieja que el finísimo fesh fesh lo que hace es chuparte, jalarte, absorberte de golpe hacia un abismo insondable.
Dijo uno de los expedicionarios del raid que muchas veces, antes de caerte, ya sabes que te has caído. Sobre, entre, bajo la tierra batida por la moto anterior. Dicen otros que es norma de supervivencia (o al menos para mantenerse de pie sobre los estribos) seguir las pisadas de los camellos. O acercarse a la zona de matojos y arbustos porque sus raíces han endurecido la arena. Pero tampoco hay que aproximarse demasiado pues algunas de esas plantas, la llamada ‘hierba del desierto’, por ejempl, son tan duras y correosas que pueden partirte el radiador o la cadena.
Transitamos por un mundo que queremos hacer nuestro. Que nos acepte quizás sea un espejismo pero tomamos el té,compramos muñecas de tela pintadas por los niños de las casas de adobe y nos gusta ver que en cada pequeño poblado, Remlia, Ouzina, Tafraoute, ya se han constituido orgullosas asociaciones para el desarrollo de su tierra y su gente.
Cuando emprendíamos la vuelta, larga, nocturna, desde el campamento estrellado de Marabout a los aposentos del hotel Xaluca, empezó a llover sobre el desierto. Sí,llovía. Sobre escarabajos, motoristas y acacias.