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Cuando las piedras se mueven

Los expedicionarios del X BMW HUMMER RAID Marruecos 2012 organizado por el donostiarra Tony Vázquez con la colaboración de gente de Córdoba establecida en Bilbao pero también en Sevilla y con otros andaluces que saltan rápido de Europa a África, afrontó su sexta etapa, una ruta exigente que llevó a los bravos supervivientes a un territorio fabuloso, la llanada escarpada del Plateau de Rekkam, situada a una altura de unos 1.400 metros. Se trata de una auténtica montaña que se diría cortada en una sorprendente rebanada. Está atravesada por decenas de pistas que no son sino los surcos dejados por las constantes e inclementes lluvias que, al no haber vegetación protectora, convierte en zanjas las grietas y rellena de barro caminos y vaguadas. Ratonera, a ratos trialera y con roderas interesantes, tuvo algunos tramos de bonita tracción para los 4×4 del equipo.

Habiendo subido por Debdou, pueblo de judíos y bereberes, descendimos hacia Ouet El Haj y comimos ensalada de remolacha y tomate finamente picados y buenas chuletillas de cordero en una gasolinera con jardín y porche tras haber comprobado que en el Plateau, las piedras se mueven. Pero no arrastradas por los tacos (ya tan gastados..) de las ruedas ni porque debajo de ellas haya increíbles alacranes verdes sino porque no son rocas sino …¡enormes tortugas!

La ruta posiguió por carretera desde Guercif, cabeza de partido de la región de Taza, tras pasar un buen tiempo contemplando las exquisitas y sutiles maneras de un gato atigrado para cazar una presa invisible para nosotros.

Esta crónica se escribe ya en las dársenas del puerto de Nador, desde la terraza del Café París. Una vez más, estamos en medio del Marruecos de ayer y del de hoy:el estandarte que sobre un muro del paseo marítimo proclama los tres bastiones del reino: Alá, el País y el Rey, queda semi oculto por la M amarilla del McDonald´s.

Han sido los de hoy 432 kilómetros, negociados desde lo alto de las estriberas de las motos. Una vez más se ha demostrado que las BMW son como los camellos: tranquilas y reposadas, llegan a su ritmo allá donde lo desean, mientras que otras, cualquier 450 cc, por ejemplo, se parecen más a los vivaces y culebreros zorros del desierto que se diría corriesen en cien direcciones distintas a la vez.

Llegaremos a Almería en el ferry. Rodaremos hacia el Area 21, en la salida 471 de la Autopista del Mediterráneo. Algunas motos, heridas, viajan en el camión de asistencia. Algunos pilotos, rotos, han subido en taxi a la frontera marítima. Alguno hizo noche en el hospital de Raichidia por culpa de unas costillas rotas.

La última etapa nos espera al otro lado del mar: atravesaremos tres sierras almerienses donde la tierra está movida y embarrada por la lluvia y la nieve. Se necesitarían tacos de enduro pero con los de arena, gastados, las afrontaremos en compañía de los amigos trialeros del Moto Club de Almería. A las 20.47 del viernes, el muecín llama a la oración en una ciudad iluminada, de terrazas llenas y mercadillos callejeros todavía en febril actividad.