El Instituto Cervantes de Beijing es una magnífica instalación en un moderno edificio. Amplia entrada acristalada y modernas salas. Como el salón de actos, capaz para un centenar de espectadores sentados, un escenario y un cubículo trasero para el control de sonido y proyecciones. Cuando llegamos, sorpresa. Casi todas las butacas estaban ocupadas por alumnos chinos de castellano, algunos acompañados por sus familiares. El Cervantes habia anunciado la presencia del coro Gaztelupe en su web y también en unos carteles… Y se había llenado. Para sorpresa de los organizadores, porque unos días antes invitaron a dar una conferencia a un entrenador de fútbol español que esta en Beijing, psicólogo por más señas… Y no fue nadie. Ahora todo estaba hasta los topes. Algunos avezados del grupo vasco consiguieron asiento, pero la mayoría tuvo que escuchar el concierto desde el recibidor y los pasillos laterales.
El Coro interpretó un programa previsto tras la presentación y las explicaciones de Carmen Burguillo, responsable de Administración del instituto, en ausencia del pamplonés Esteban Andueza, que había coordinado todo pero que lamentablemente había sufrido un accidente de moto y estaba ausente. Tras el concierto, muy aplaudido, Jesús Santos agradeció la acogida de la institución a todo el grupo e impuso a Carmen la tradicional txapela de regalo.
Luego este periodista le vistió la camiseta y el delantal de Donostia – San Sebastián 2016 regalados por el departamento de marketing y comunicación de la entidad promotora de la capitalidad cultural europea. Entre risas y felicitaciones, nos despedimos de los amables anfitriones. No sin que antes el corresponsal de ETB Hodei Arrausi grabase todo el concierto y entrevistara a Mikel Plazaola, secretario de la coral y a Mikel Aldanondo, coralista, en castellano y euskera respectivamente, para los Teleberri del fin de semana.
No podiamos pedir mas. Llenazo en el primer concierto y encima un bonito reportaje en la tele vasca. Se nos quitó el cansancio de todo el viaje solo con ver las caras de felicidad y escuchar los calurosos aplausos de los espectadores chinos.
En el próximo comentario os cuento la visita a la euskaletxea de Shanghai, la comida con fiesta en el caserío Anaitasuna del Parque Industrial de Khunshan, sede de los vascos que trabajan para las empresas euskaldunes en la capital económica de China. Resulto memorable.